La política familiar se ha convertido en uno de los ejes de la campaña electoral. Es decir, que algo hemos avanzado: ya no es la estéril refriega nacionalismo-españolismo, sino algo mucho más importante, el agente económico y social clave.  

Por ejemplo, los hay que aún disimulan la risa con muy poca dignidad. Nos referimos a las palabras pronunciadas en la tarde del lunes por el ministro de Trabajo, Seguridad Social y Asuntos Sociales, amén de Portavoz del Gobierno Aznar, Eduardo Zaplana. Ojo al dato: "Nuestro objetivo fundamental para la próxima legislatura... será la familia, tradicionalmente concebida".

Al parecer, lo que este prodigio de la oratoria quería decir no era que la familla se concibiera tradicionalmente, sino que lo que el Partido Popular de Mariano Rajoy iba a defender era la familia tradicional. Pero, al mismo tiempo, le dolía pronunciar el término tradicional, dado que todo el mundo sabe lo que significa: uno con una, con sus hijos, y para siempre. Y claro, Zaplana podría enfrentarse a la regañina de los gay y de toda la progresía. Por ejemplo, alguien podría recordarle que él obligo a los diputados valencianos del PP, siendo presidente de la Generalidad Valenciana, a votar a favor de una ley de parejas de hecho.

Pero lo dijo, por dos razones: en primer lugar, porque el movimiento sociológico más importante que se ha generado durante el aznarismo en España es el movimiento familiar, con varias asociaciones (entre ellas, la Federación de Familias Numerosas), que mueven muchos votos y que empiezan a cansarse de los coqueteos del Partido Popular con los "lobbies" feministas y homosexuales.

Un poner: el Instituto de Política Familiar, una de esas asociaciones que defiende la familia, ha lanzado, en plena campaña electoral, la idea de que los 100 euros que reciben por hijo las madres trabajadoras (hasta los 3 años, no se crean) lo reciban todas las madres, sean trabajadoras o no. Es decir, la sociedad empieza a cansarse del centro-reformismo de José María Aznar y Mariano Rajoy. Sobre todo, empieza a cansarse de su doble juego.

Por decir algo, mientras hablaba el ministro ante las cámaras de televisión, un ciudadano llamaba a la Ofician de Atención al Ciudadano del Partido Popular.

-Miren ustedes, si ustedes se empeñan en sacar adelante la ley de parejas de hecho yo, en conciencia, no puedo votarles.

La respuesta de estas encantadoras señoritas que el Partido Popular pone a disposición de sus votantes fue la siguiente: 

-Pues se van a reír mucho de usted, porque es la primera persona que llama en este sentido. Otros muchos han llamado diciendo que están a favor de la ley.

Pero hay más. El hartazgo de la sociedad respecto a la política familiar del aznarismo (no olvidemos que España es el país de Europa que menos ayudas dedica a la familia) ha generado el nacimiento de una nueva formación política, Familia y Vida, que ya se presentó a las elecciones municipales del 25 de mayo.

Pues bien, en aquélla ocasión, el partido que preside José Alberto Fernández sólo se presentó en cinco comunidades autónomas y no de forma completa. Ahora, el 14 de marzo, Familia y Vida se presentará en 35 circunscripciones, tanto al Congreso como al Senado: Madrid, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Valencia, Cataluña, Andalucía, Aragón, Murcia, Navarra y Rioja.

Un ejemplo de lo que esto puede suponer. Familia y Vida reclama el salario maternal, es decir, que la paga de 100 euros al mes por hijo se aplique hasta la mayoría de edad, porque, argumenta, los hijos no dejan de ocasionar gastos a la economía familiar a los 4 años de edad, sino bastante más tarde. Es más, la medida es la avanzadilla de un objetivo más importante: la consideración de la paternidad (en especial la maternidad) como la mayor y mejor aportación social y económica de los particulares a la sociedad.

Por ahora, el Partido Popular no teme, demasiado a la nueva formación política, pero trata a toda costa de ganarse a las asociaciones familiares. Y el PSOE también.

Las cosas están cambiando, quizás porque la gente empieza a cansarse de tanto progresismo de salón y de que España sea el país de Europa donde más difícil y oneroso resulta criar hijos, razón por la que tenemos el índice de natalidad más bajo del mundo.