El creciente peso de las hipotecas en el balance familiar, que afecta a la mitad de la población, y el inicio de un cambio de ciclo, que ya acepta hasta el ministro Solbes, comienza a sembrar el pánico. Por ello, ZP da por finalizada la propaganda sobre ETA y comienza la etapa de propaganda económica. Definitivamente, agotará la legislatura, sobre todo para retomar la iniciativa política en la lucha contra la carestía de la vivienda, el principal problema económico de los españoles. En su primera entrevista claramente electoral, ZP miente sobre ETA y sobre Navarra, pero eso estaba previsto

Como su diría su antecesor, Felipe González, ZP es un mentiroso que se cree sus propias mentiras. En la entrevista que publica, en su edición del domingo 2, el diario El País (cuyo director, Javier Moreno, se ha empeñado en realizar pese a la oposición de los servicios de imagen de Moncloa), lo de menos son las mentiras, habituales en un político. Por ejemplo, el embuste de que siempre pensó en una alianza UPN-PSN para gobernar Navarra. ZP sólo tenía la estrategia del Tripartito, justo hasta que un 6 de junio ETA le dio una bofetada rompiendo la tregua –por otra parte, ya rota de hecho en Barajas, el 30 diciembre de 2006, con dos muertos-. Es en ese momento cuando abandona para Navarra su gran idea política, el social-nacionalismo, que intentó poner en marcha en Cataluña con CIU y continúa intentando en Euskadi con el sector del PNV que acepta el Estado español.

Otra mentira en la misma entrevista: la negociación con ETA "ha sido lo mejor" que ha hecho en la Legislatura. El sabe que ha sido lo peor, que los terroristas se han burlado de su bisoñez y que el caso De Juana, el "hombre de paz", supuso que, por vez primera durante su mandato, el PP empatara en intención de voto e incluso le superara en algunos sondeos. No sólo eso: su ingenuidad, mezclada con su ambición más deseada, la de pasar a la historia como el pacificador de Euskadi, han permitido a ETA resurgir de sus cenizas y al nacionalismo vasco moderado ostentar la mayor chulería exhibida durante las dos última décadas.  

Pero las mentiras son lo de menos. Como lo es la resurrección del viejo sectarismo socialista de Alfonso Guerra, cuando ZP afirma que necesita ganar de nuevo para culminar el proceso de "modernización de España". Asegura que los ocho años de Aznarato supusieron un retroceso y que sólo él ha sido proyectar a España en el mundo. ¡Cosa veredes, Sancho!

No, lo importante es que en España se ha implantado la sensación de crisis económica. ZP se ha dado cuenta de que no puede adelantar elecciones –no tiene claro el resultado- de que, a pesar de los errores del PP, lo tiene muy difícil para conseguir la mayoría absoluta. Por eso, coincidiendo con su antagonista, Mariano Rajoy, se ha olvidado de ETA –que es un asunto muy preocupante, pero como argumento electoral ya no da más de sí; ahora es el momento de la policía- y se va a centrar en la economía, en superar la sensación de crisis económica que empieza a cundir en España. Lo primero, por el alza de tipos, aunque el escaso peso de ZP en Europa le impide presionar sobre el BCE para que reduzca los tipos de interés. Su vicepresidente económico, Pedo Solbes, en el mejor estilo de la casa, ha optado por la estrategia de no hacer nada: el viernes manifestaba que la crisis de las hipotecas-basura no alcanzará a España. Lo cual es cierto, en cuanto el proceso especulador en España es menos grave que en Norteamérica o Reino Unido, pero es falso en el sentido de que si la economía española no está en crisis, los españoles sí lo están, por el efecto combinado de la política de salarios bajos y vivienda cara.

Recientemente se publicaban las cifras sobre la evolución del poder adquisitivo en España,  que demuestra que los españoles, sobre todos los asalariados, pierden poder adquisitivo, y eso contando con que en España se cobra menos que en la UE de los 15.

Por si fuera poco, en diálogo con La Vanguardia, el presidente de la Generalitat, el socialista José Montilla, calificaba los impuestos españoles de "tercermundistas", a pesar de que la presión fiscal ha subido durante el periodo Zapatero. Es decir, para justificar el desastre de infraestructuras catalán, Montilla aboga por subir los impuestos, cuando el ideal en todo Occidente consiste en bajarlos, y cuando, en España, la crisis psicológica se convertiría en real si, a la vivienda cara que hay que pagar y a la pérdida de poder adquisitivo de los salarios, añadiéramos mayores impuestos.

Sí, todo lo anterior, salvo el coste de las hipotecas, es sensación de crisis económica, no crisis económica en sí misma, pues España sigue creciendo la 4%. Ahora bien, en economía, las sensaciones preceden a la realidad: la sensación de crisis se ha instalado en España, y por tanto, la crisis, ahora sí, está al llegar. Primer dato no psicológico, sino real: los problemas de los jóvenes matrimonios para pagar la hipoteca y la reducción de gastos superfluos: la hostelería ya empieza a sentirlo.

Y ya estamos pasando de la sensación de crisis a la crisis real. Lo más grave que está ocurriendo en España, y lo más real, es la subida del precio del dinero. Recordemos: lo que distingue a España del resto de Europa, no digamos nada de Estados Unidos, es la obsesión del español por la vivienda en propiedad. Media España está hipotecada al máximo, la deuda de las familias no puede soportar el sadismo monetario del Banco Central Europeo (BCE) empeñado en subir unos tipos que con el nacimiento del euro estaban al 2% (fue entonces cuando se dispararon las hipotecas) y que ahora ya están en el 5%.

De ahí el encargo de ZP a su ministra de Vivienda, Carme Chacón, una de las políticos más frívolos del país, a la que ha convertido en cabeza del socialismo catalán, intentando relegar a José Montilla. Chacón ha recibido el encargo de proporcionar una nueva política de vivienda que permite a ZP presentarse a las elecciones tras cumplir su promesa de posibilitar "la emancipación de los jóvenes". Lo cierto es que Chacón, por el momento, sólo le ha aportado la sugerencia de primar los alquileres. Pero lo que quiere el joven español –sí, también el joven- es vivienda en propiedad, no en alquiler.

Por de pronto, las familias están suprimiendo todo gasto superfluo, y eso se nota en el gasto del turista interno durante estas vacaciones de verano, sobre todo, en hostelería. Cuando llegan las vacas flacas, el primer gasto que se suprime es el restaurante.

España no está en crisis económica, pero ya la siente, entre otras cosas, porque la economía española marcha mejor que la economía de los españoles.