Sr. Director:

En la universidad de la Sapienza de Roma un grupito laicista niega la palabra a Benedicto XVI, amordazando con ello la libertad de pensamiento y expresión. Y en nuestro país algunos medios de tendencia laicista se apresuran a dar la noticia presentándola como si de algo peyorativo para el Papa se tratara.

Pero no he leído ni escuchado en ninguno de ellos que los que protestaron por la visita de Ratzinger fueron sólo 67 profesores de un claustro de 4.000, y unos centenares de alumnos de los más de 100.000 que tiene esa Universidad. Ni tampoco que, en el acto de inauguración, las autoridades académicas lo consideraron una manifestación de intolerancia, y que el Rector afirmó que "los vetos ideológicos no son aceptables en la Universidad". Ni que en ese acto se leyó el discurso del Papa en el que afirmaba que su cometido no es "imponer a otros la fe de modo autoritario" sino "mantener despierta la sensibilidad por la verdad", y que al terminar, todos en pie, estuvieron aplaudiendo durante seis largos minutos.

Y por supuesto no se recogido la opinión del premio Nóbel de literatura Darío Fo -anticlerical y ateo- quien ha escrito que "la alocución del Papa merece ser leída y releída, y habría hecho mucho bien a la Sapienza". Y es que entre los laicistas todavía hay clases.

Luis Esquena Romaguera

llusquena@yahoo.es