En la SER se comentaba la Ley de Dependencia, que hoy se aprueba en el congreso. Para Carlos Elordi, hay dramas humanos por la necesidad de asistir a enfermos, cientos de miles de dramas humanos, seguro que la ley va a fallar y va a haber listos, pero seguro que resuelven algunas decena de miles de casos.

 

Milagros Pérez opinaba respecto al pago de las ayudas de la ley, que las ayudas universales, independientemente de la renta, acaban siendo antiprogresistas, porque acaban favoreciendo a quienes no lo necesitan. Si se aplica el sistema de baremos, los que no tengan recursos tendrán ayudas más extensas y los que tenga recursos tendrán que aportar algo de lo suyo. Y eso es razonable.

 

Otra tertuliana destacaba que hay una inversión de un 1% del PIB para poner en marcha esta ley. Me parece un error que se convierta en una red de subsidio. Pero la vocación que tiene es de prestación de servicios. Hay que tener en cuenta que las competencias en esta materia están en las CCAA porque la van a tener que aplicar cuando gobiernen. Esta ley es la cuarta pata del Estado del Bienestar. Las CCAA tienen la competencia, por lo tanto son las que tienen que dar las prestaciones. La población subsidiada, dependiente, va a ir in crescendo.

 

Otro decía que que los mayores quieran vivir con los suyos no es lo mismo que quieran vivir de los suyos.