Hasta hace dos meses en que abandonó el cargo sin pedir ningún puesto honorífico, Luis Valls Taberner siempre se presentaba así: Soy Luis Valls, relaciones públicas del Banco Popular. Todos le reían la gracia pero él lo decía muy en serio. Era el jefe de prensa del Popular, porque en la sociedad de la información el poder lo tienen los portavoces. ¿Quién marca la pauta en el Gobierno Zapatero? Doña Teresa Fernández de la Vega, no por vicepresidenta primera, sino por portavoz, por ser quien se aproxima al micrófono todos los viernes en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros. ¿Quién manda en una multinacional? Su jefe de prensa: ¡El speaker, estúpidos, el speaker!
Monseñor Ricardo Blázquez (el tal Blázquez, que diría Arzallus) ha sido nombrado presidente de la Conferencia Episcopal, lo que significa que no han hecho caso a Hispanidad.com, claro partidario, no de cambiar al presidente, Monseñor Rouco, sino de cerrar la Conferencia Episcopal. Allá ellos.
A partir de entonces, todos los vaticanólogos, de traje gris o de gris descolorido (es decir, progres laicos de dientes retorcidos o ex clérigos de dientes aún más retorcidos, embutidos en suéter grises), se han lanzado a analizar el cambio : sorprendente, aunque no mucho, porque ya lo habían dicho ellos; asombroso, aunque muy explicable, si consideramos lo ocurrido en el famoso Sínodo de la Iglesia Etrusca, donde se perfiló claramente la sucesión en el priorato de Villadecans; bueno, pero no tanto, porque Blázquez es nacionalista pero poco; centrismo clerical, aunque no completamente, dado que Blázquez es de los kikos; kiko, pero del sector crítico, porque Argüello torció el rictus cuando se lo encontró una vez a la puerta del ascensor. O sea, un análisis científico. Por cierto, muy buena la interpretación de Juan Bedoya -ni una sola rima, por favor-, el hombre de la religión en El País, explicando la sutil estratagema de Rouco para ser reelegido.
Ahora bien, en la sociedad actual, y en un organismo como la Conferencia Episcopal, de carácter más administrativo que eclesial, lo que importa es el portavoz, el relaciones públicas, el jefe de prensa, el speaker. Y ese es el padre Martínez Camino, que no es obispo, lo que me permite, como si dijéramos, una mayor libertad de juicio.
Sólo para el recuerdo, decir que a Camino le quedan tres años largos como portavoz, que es el lapso que Blázquez tiene como presidente. Y también es pura casualidad que Blázquez presida la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe y su director haya sido Martínez Camino.
Desde sus nitidísimas declaraciones sobre el uso del condón, a Martínez Camino le llaman Martínez Atajo, porque siempre encuentra un atajo para solventar cualquier problema de conciencia. Los psicólogos están muy contentos con él, porque la confusión doctrinal que han generado sus declaraciones (la opción fundamental del condenado Marciano Vidal, el infumable documento sobre los embriones apoyando la tesis del Gobierno Aznar, luego refutadas por el Vaticano y por los obispos europeos, las precitadas declaraciones sobre el condón) han dado lugar a muchas visitas al psicólogo entre los creyentes. De todas formas, no me digan que la solución no ha sido salomónica: se cesa al presidente y se queda Martínez Atajo. ¿A que no está mal?
Y hablando de portavoces, la Conferencia Episcopal ha convertido a un agnóstico, Federico Jiménez Losantos, y a un protestante, César Vidal, en los otros portavoces de su único medio público de enjundia, la cadena radiofónica COPE.
Y todavía habrá quien hable de confusión doctrinal. ¡Qué tontería!
Eulogio López