Sr. Director:
El pasado día uno de diciembre se celebró el Día Mundial de la Lucha contra el Sida, como es habitual no faltaron los comentarios y las campañas.

 

Para las campañas al uso, el Sida parece una fatalidad que debe asumir la sociedad, ya que por encima de los riesgos de contagio estaría el supuesto derecho individual a vivir las relaciones afectivas sin condicionamiento alguno. La única insistencia que se hace desde los medios oficiales se centra en la distribución masiva de preservativos, convertidos, por cierto, en un pingüe negocio.

Desventuradamente, sólo la voz de la Iglesia católica recuerda que la prevención del Sida debe centrarse en lo que Benedicto XVI denominó 'humanización de la sexualidad', algo que parece escandalizar a quienes continuamente nos bombardean con indicaciones sobre cómo llevar una vida sana. La sexualidad humana tiene un significado y un valor que no pueden ser ignorados por una cultura que a veces parece preferir el suicidio a la virtud.

Jesús Domingo Martínez