Sr. Director: El primero de los objetivos de Educación para la ciudadanía en relación a los derechos humanos es una colosal metedura de pata que pone en evidencia la estulticia y debilidad del relativismo. Este es el primero de los objetivos: Conocer los valores universales que se fundamentan en la Declaración de los Derechos Humanos y en la Constitución Española y los derechos y obligaciones que se derivan de ellos. Ahora bien, resulta claro que esto es falso. Los valores universales ni se fundamentan ni pueden fundamentarse ni en la Declaración de los Derechos Humanos ni en la Constitución Española por la sencilla razón de que dichos textos no son, ni pueden serlo fundamento, sino simplemente declarativos. La cuestión profunda a la que hay que responder y a la que no se atreve a responder el relativismo es precisamente ¿cuál es el fundamento de los Derechos humanos? Está claro que para el relativismo, por esencia, no hay, no existe ninguna fundamentación, porque un fundamento es algo fijo, algo estable, algo sólido e inamovible. Si no fuera así no habría fundamento. Si los cimientos de una casa se mueven, entonces no son verdaderamente cimientos y la casa se vendrá a abajo. Si la Declaración de los Derechos Humanos y la Constitución Española son cambiantes, variables y pueden recoger nuevos derechos y negar otros ya existentes, está claro que entonces esos derechos no tienen ningún fundamento. Decir que se fundamentan en la opinión mayoritaria que los aprueba es precisamente afirmar que carecen de fundamento porque una opinión mayoritaria será cualquier cosa menos un fundamento. Ese es el problema del relativismo: que ni él mismo se puede fundamentar porque niega cualquier tipo de fundamento. Para el relativismo buscar algún fundamento para algo sería fundamentalismo. Y esa es también la contradicción del relativismo: no se da cuenta de que negando todo fundamento está adoptando la actitud más fundamentalista que se pueda adoptar. José Gil Llorca