Ratzinger rememoraba lo del viejo dicho universitari
-Bien comido y bien bebido, ¿qué más quieres, cuerpo mío?
-Estudiar.
-Pues a la cama, que no todo se te puede dar.
Los obispos querían explicar que, una vez solucionados los problemas materiales de la población, no les quedaba tiempo para la catequesis, la oración y los sacramentos.
Estaba bien aquello de la inculturación de la fe, de la opción preferencial por los pobres, de la liturgia ligera y la redención de la pobreza, pero, al parecer, un pequeño detalle que a los chicos de la Teología de la Liberación se les había escapado, también querían rezar. Y eran, precisamente, los aludidos pobres, los que habían decidido venir a recordárselo al obispo, eso sí, muy agradecidos por las obras de alcantarillado, luz y mejora de la cosechas que los concienzudos misioneros de una Iglesia abierta a los pobres les habían proporcionado.
En el siglo XXI; ya sólo queda una cosa en el mundo en el que se considera que la Iglesia es una ONG muy eficaz para conseguir el desarrollo sostenible: tamaña majadería sólo cabe en el mundo hispano, sea en América o en España, porque la madre patria es ya muy viejecita, se le han reblandecido las meninges y, más por senilidad que por maldad, pronuncia unas majaderías formidables. Por el contrario, el mundo anglosajón es tan moderno, tan europeo, que ha decidido volver al viejo catecismo y las viejas devociones, que no vienen del siglo XIX, sino del siglo I.
Para mí que esta es la primera asignatura de Occidente hispano, un idioma que habla cerca del 50% de los católicos del mund volver a rezar. Y de los pobres ya nos preocuparemos luego, o mejor, desde otras instancias, que son mucho más eficaces. Los curas, que vuelvan a practicar su mejor producción y su mejor acción social: el consuelo de la oración de la infancia espiritual.
Sin embargo, en el mundo hispano -insisto, tanto en España como en Hispanoamérica-, seguimos viviendo el ambiente de la Teología de la Liberación, posterior al Concilio Vaticano II, aquel en el que uno del os participantes se dirigió con tan sorna como lucidez al auditorio, aquel introito que pasará a la historia: Fatigatissimi Patres. Un ambiente que se resume a la perfección con el hecho, algo más que una anécdota que narra J. L. Allen, en su libro sobre uno de los participantes en el concilio, llamado Joseph Ratzinger, el Papa del que más sabíamos antes de ser elevado al solio pontifici Cuando acabó el Vaticano II, el 8 de diciembre de 1965 dos artistas romanos estaban terminando un trabajo muy personal de aggionarmento. Se había encargado a Ettore de Concelis y Rosso Falciano decorar una nueva Iglesia católica dedicada a San Francisco de Asís. Siguiendo los signos de los tiempos, adornaron la Iglesia con imágenes de Juan XXIII, Fidel Castro, el premier soviético Alexeiv Kosigin, Mao Tse Tung, Bertrand Rusell, Giorgio la Pira, el dirigente del Partido Comunista Italiano Palmiro Togglatti, Sofía Loren y Jacqueline Kennedy. Era esta una estricta y ecuménica tal vez excesiva- comunión de los santos. Este quería ser el espíritu de la época.
Un espíritu que ya ha sido condenado al baúl de los trastos viejos, y que sólo continúa dando la vara a los fatigatissimi hispanos. Ahora, Concelis y Falciano habrían decorado alguna neobasílica hispana con los retratos de Hugo Chávez, Lula da Silva o Nestor Kirchner. Y lo que es peor: no estaría Sofía Loren sino Madonna.
Eulogio López