Encontrado en mi buzón: Chica rumana seria, trabajadora, casada, no fumadora, con experiencia, busco trabajo por hora o fijo en servicio doméstico. Tfno
No vuelvan a leer un editorial de El País (bueno, eso, en todo caso), olviden los premios nacionales de ensayo, por lo general referidos al pasado. Desde luego, no merece la pena consultar la televisión. No, el mundo actual está aquí, en ese cartel petitorio que una rumana ha repartido por los buzones de una barriada madrileña.
La cuestión merece un análisis, aunque sea somero. En primer lugar, la remitente advierte que es rumana pero seria. La condición nacional y el adjetivo cualificado van unidos, quizás porque ella considera que necesitan unidad. Podía haber escrito : soy rumana, pero seria. Trabajadora, quizás una obviedad cuando se está pidiendo empleo, pero tras lo de rumana, a lo mejor era necesario un segundo calmante a nuestro racismo : una rumana debe dejar claro que, por lo menos, es seria y, además, trabajadora.
Casada. Lo considera un mérito, si no, no lo pondría. Una cosa es hacerse el pavisoso chungueando con el matrimonio y otra lo que dicen los cazatalentos americanos: no hay mejor trabajador que la madre de familia. Ese es el top de la seriedad y el rendimiento laborales. Mucho más que el hombre, mucho más que la soltera, mucho más que la casada sin hijos.
Luego viene lo mejor: No fumadora. Nuestra enternecedora inmigrante, a quien de veras deseo consiga su propósito cuanto antes, se confiesa no fumadora. Hasta ahora se estaba disculpando por ser rumana. Intentando hacernos comprender que su origen no significaba que fuera una ladrona ni una miserable. Pero había llegado el momento de vender las virtudes que adornan a la candidata para acceder al cargo de criada. La primera de ellas, el primer mandamiento de la ética contemporánea: no fumarás.
Un poner: llega Adolfo Hitler al Cielo y le comenta a San Pedro: Vale, de acuerdo, unos cuantos millones de asesinatos pero, ¿sabes qué?, no he fumado en mi vida. Ni un pitillín. ¿No merece eso vía libre en el Paraíso?
No fumar y experiencia en el oficio son los galones que presenta la desconocida aspirante. Luego viene otra definición de nosotros mismos: trabajo por horas o fijo. Lo primero huele a economía sumergida que apesta. Lo segundo también, porque los 120 euros mensuales, que encima no se dividen por dos si se trabaja a media jornada (que casi todos los empleadores elegirían), de cuota social parecen exagerados, dados los bajos salarios que se abonan en España. De hecho, la inmensa mayoría de las empleadas de hogar están en la economía sumergida, a pesar de que es el sector, junto con la construcción y el campo, que mayor número de inmigrantes pueden absorber.
En cualquier caso, el primer mandamiento de la ley moral actualmente en vigor es éste: No fumarás. El resto llega por añadidura. El resto, hasta convertirte en un verdadero pelele moderno, llega por añadidura. Nuestra rumana ha demostrado ser lista. No se merece ser empleada del hogar, sino mucho más. Por lo menos ministra. Sabe mucho más de la España real que todas las chicas de Vogue.
Eulogio López