En lugar de liquidar los bancos zombis, don Mariano decreta que aquí no quiebra nadie, por lo que la innecesaria reforma bancaria nos va a salir muy, muy cara. Todo un país trabajando para su explotador, don Mercado Financiero. Y las fusiones pagadas aún nos van a salir más caras que el banco malo.
El primer error y la primera mentira de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno. Fue Hispanidad quien anunció en primicia el banco malo que pretendía el PP. Un día después, Rajoy mentía en la cadena SER y aseguraba que no habría banco tóxico y que su opción eran las fusiones bancarias -lo dicho, más caras que el banco tóxico pero con una carestía menos visible-. Al final, resulta que la opción son los dos: tóxico y fusiones: ¿Quién da más?
Ejemplifiquemos con la toma de la CAM por parte del Sabadell. Me aseguran que el modelo CAM o absorción de la caja de ahorros alicantina por el Sabadell será el modelo a seguir para cualquier otro banco. Entonces, ¡que Dios nos coja confesados!
La CAM nos va a salir a los españoles más cara que un gran banco. Si multiplicamos los costes de la CAM por los nuevos casos que puedan surgir, seguramente muchos más de los previstos, entonces estamos perdidos.
Así, a ojo de buen cubero, vayan preparando 100.000 millones de euros entre capitalización y saneamiento de activos. Un detalle, el presidente del Sabadell, Josep Oliú, explicó que considera el Esquema de Protección de Activos (EPA) como una línea secundaria de liquidez. Es decir, que lo va a aprovechar a fondo.
Otro detalle: Oliú ha aclarado que las emisiones de cuotas participativas no valen nada, por lo que los titulares de las mismas ya han anunciado acciones judiciales. Analicemos la cuestión: la cuota partícipe es un inversor financiero. Como todo inversor ha arriesgado y ha perdido. Hasta ahí correcto. Además, si las cuotas eran las acciones de las cajas y la CAM no valía nada, las cuotas tampoco lo valen.
Ahora bien, sorprende que una reforma financiera como la que está ejecutando el Gobierno Zapatero y en breve el Gobierno Rajoy, parte del principio de que la banca no puede quebrar: hay que salvarla a cualquier precio. No necesito decirles que esto es lo que combatimos desde Hispanidad pero ahora hablamos de otra cosa.
Por tanto, si toda la ingente aportación de fondos públicos para salvar las acciones de un banco, no se entiende por qué no se salva también el capital de los accionistas de la CAM o de las cuotas partícipes. O todos o ninguno.
Las cuotas, además, se lanzaron en 2007 apoyadas por el Banco de España. Como todos sabían que las participadas no eran otra cosa que la conversión de las cajas de ahorros -el mejor invento financiero español de la historia- en bancos o parte del desastroso gobernador del Banco de España, Fernández Ordóñez (MAFO) y de la desastrosa vicepresidenta económica, Elena Salgado, el emisor tuvo que convencer a las peores cajas, por ejemplo la CAM, para que se convirtieran en pioneros de la misión de cuotas participadas.
Bueno, ahora ya sabemos cómo acabó la broma. Que un inversor financiero pierda lo invertido me parece bien. A fin de cuentas es alguien que no necesitaba ese dinero para comer y que aceptó un riesgo. Ahora bien, que ese inversor fuera animado por el propio supervisor de bancos, que ya sabía de los problemas de la cama -viene de muy atrás- y que ahora permite que el Sabadell no pague, me parece una estafa, no por parte del Sabadell, sino del Banco de España.
Y por cierto, muchos de los titulares de esas cuotas son trabajadores de la propia CAM… un tercio de los cuales van a ser despedidos. Es lo que se llama política social del Banco de España.
¿Que cuál es la alternativa? La alternativa se llama Eurobank, el banco liquidado, donde nadie perdió su dinero y cuyos accionistas de referencia, los que presuntamente metieron la mano en la caja, están en el juzgado. O Lehman Brothers, si lo prefieren. La banca puede y debe quebrar. Sobre todo si está quebrada.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com