El País se ha apresurado a lanzar a otro prestigioso científico (PC), nada menos que el director del Centro para el Estudio de la Mente de California, Michael Gazzaniga, al que la Fundación La Caixa ha financiado su presencia en España y la promoción de su persona. Esto me recuerda cuando le pregunté a un antiguo directivo de esta Fundación, por qué no financiaba La Caixa la defensa del no nacido, para evitar abortos. La respuesta me ha dado que pensar durante años: "Porque nosotros no podemos financiar nada que no tenga consenso social". Quería decir que la defensa del más indefenso no es políticamente correcta. Y ya sabemos quién decide lo que está "in" y lo que se ha quedado "out". Aprendí entonces qué es lo que financian fundaciones, ONG y otras instituciones sin ánimo de lucro y con mucho ánimo de notoriedad.

Así que supongo que era natural que invitaran a Michael Gazzaniga y que la prensa progre lo lanzara al estrellato (una página entera -un amplio espacio para decir tontunas- en la edición del martes 8). Naturalmente, toda la entrevista consiste en justificar la masacre de embriones, justo en el momento ya tenemos, no sabido sino plenamente confirmado, que utilizar embriones humanos como cobayas de laboratorio es no sólo homicida, sino innecesario. Allá va:

"A los 14 días el embrión no tiene ni el inicio de un sistema nervioso". Cierto, y a los 6 años don Michael era impúber, a pesar de lo cual sus padres no le castraron, quizás por la idea aristotélica -totalmente periclitada, naturalmente- de que Michael, aún sin producir ni un espermatozoide digno de tal nombre, era un hombre en potencia, y con toda la dignidad que se otorga a dicho potencial. De hecho, toda la genética es una ciencia de potencial, que mira al futuro. Es lo que hay: si dejas a un óvulo recién fecundado, tiene ya una identidad genética individuada, aunque no posea sistema nervioso ni cerebro ni... testículos, los acabará teniendo. Lo único que necesita para lograrlo es que no le fastidien los amigos de Michael. El genoma del embrión nada tiene que ver con el del espermatozoide o el óvulo que lo formaron: es distinto y único, y tiene el redicho potencial para crear todos los órganos... incluidos los de Michael.

Más ‘grossen-chorradem': "Si aceptamos la muerte cerebral para poder extraer los órganos, ¿por que no utilizar unos organismos que no tienen cerebro?".  Pues, a lo mejor es porque el nonato está llamado a pasar de potencia a acto o, dicho a lo castizo, que "tiene toda una vida por delante", mientras que ni el Centro para el Estudio de la Mente de California tiene poder para regenerar un cerebro estropeado. Al parecer, el minúsculo óvulo y el más minúsculo espermatozoide que crearon ese organismo despreciable llamado embrión sí que lo tienen.

Inasequible al desaliento, el amigo Michael insiste (es fácil concluir qué orientación darán a sus investigaciones en la soleada California): "A las 26 semanas, el cerebro ya está empezando a desarrollarse y puede sentir dolor psicológico". Lo de dolor ‘psicológico' es muy bueno. Cómo estas lumbreras progres dan por sabidas demasiadas cosas, quiero creer que el adjetivo psicológico se refiere al dolor propio del ser humano, diferente al del animal: lo que hace sufrir al único se racional que existe es, precisamente, su clara consciencia -es decir, conciencia- de que está sufriendo. Frente a ello, el dolor ‘físico' es una nimiedad de lo más llevadera. El microbio no sabe que sufre, sólo sufre, pero el hombre....

Pero no sólo la ameba. Tampoco sufriría el propio Michael, que ya está crecidito y posee su sistema nervioso y su cerebro, suponemos que en perfecto estado de revista en el caso de que, sin previo aviso, por la espalda para que no se diera cuenta, le separáramos la cabeza del tronco de un hachazo. Ni se enteraría: no sufriría ningún dolor psicológico. Y no les digo nada si algún "doctor Muerte" de los que tanto pululan por el mundo le aplicara algún cóctel de fármacos que le trasportará al otro mundo sin sentir un ápice de dolor, ni físico ni psicológico, sin miedo y hasta sin consciencia, ni conciencia, que son las que provocan el dolor... psicológico. Sin embargo, miren por dónde, Michael se opondría a ello y la ley le daría la razón. En el fondo, es un reaccionario. Pues con el embrión, lo mismo, príncipe.

Como colofón, la última y más grandiosa necedad: "La responsabilidad no está en el cerebro, sino que forma parte de las normas sociales, está en la cultura".  

¿Y quién hace la cultura? Uno juraría que los únicos seres cultos, los hombres, los mismitos que antes fueron embriones, incluso embriones sin cerebro ni sistema nervioso, oiga usted.

Y así, en genial -esta vez en serio- paradoja el materialismo progre vuelve donde denunciaba Benedicto XVI: lo malo de negar cualquier tipo de norma es que tus caprichos se convierten en normas, te esclavizan mucho más que la más dura de la tiranía. Lo decía, de otra forma, aquel asesino recién llegado a Estaos Unidos desde el mundo de los soviets. "Me encanta América: nadie es responsable de nada"

Sí: pensamiento progresista es una contradicción en sus propios términos.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com