Masón irradiado: hay que rematarlo. Argentinos.
Ocurrió en una iglesia gallega (de Galicia, no de España, según la jerga porteña). Misa de jóvenes. El sacerdote pregunta a un chaval qué significa la fumata blanca. Respuesta: que 'Habemus Papa'.
Asiente el cura, y formula una nueva pregunta:
¿Y cómo se llama el nuevo Papa
El chaval responde como un relámpago:
-Paco.
Gran carcajada y ahí se queda el nombre, grabado en mármol para la historia: el Papa Paco.
Y no le viene mal. Lleva el cardenal Bergoglio (en la imagen) en las venas la sencillez de un Paco, pero la sencillez es material de difícil adquisición. Muchos males vienen al olvidar que lo sencillo es lo contrario de complicado mientras que simple es lo contrario de complejo. La gente seria es sencilla y compleja, los superficiales son simples y complicados. Dios es la sencillez máxima y la complejidad más impenetrable. Por el contrario, un churro es algo muy simple, una masa de harina pero extraordinariamente complicado en sus formas asimétricas que pretenden dejar de hacerlo. Un churro es un churro.
El Papa Paco es sencillo porque es profundo. Como todo amador de Cristo no sabe lo que ha estudiado sino lo que ha rezado. El buen Dios tiene la costumbre de reírse de los sabios del mundo.
En su sencillez ha sabido soportar la primera prueba artificial: recibir y soportar a la borde de su compatriota, Cristina Fernández, a la sazón presidenta de Argentina.
También ha tenido que soportar el Papa Paco a los católicos de ocasión, como el vicepresidente norteamericano Joe Biden o, lo que es peor, muchísimo peor, a nuestro titular de Justicia, el inefable Gay-Ardón, un señor de derechas de toda la vida.
El Papa Bergoglio ha hablado de ternura durante su misa de Pontificado, que es otra de las paradojas cristianas. Para ser tierno hay que ser muy fuerte, para ser dulce hay que ser un Hércules. La impertinencia y el desaire no necesitan de munición alguna. Hasta el más débil es capaz de la grosería.
Eso sí, sigo pensando que el Nuevo Orden Mundial está asustado ante un Papa al que creían uno de los suyos y temo su reacción contra su persona y contra su imagen, reacción que creo ya ha comenzado.
En el otro lado, he recibido por distintas vías un listado de masones argentinos. Conociendo el malpensar de algunos de los remitentes, temo que algunos, los no progres, creamos ahora en una Papa masón.
Y en cualquier caso, me parece que, como recordaba Juan Manuel de Prada, ni los de un lado ni los del otro son conscientes de lo que se llama gracia de Estado. Y monseñor Bergoglio tiene gracia de Estado para su cargo. La gracia no modifica la naturaleza, decían los clásicos, y servidor, que no es un clásico, añade que tampoco modifica el carácter. Ya saben, aquello de que la gente mejora o empeora pero no cambia. La gracia potencia las virtudes y lima los defectos, acentúa las inspiraciones hasta convertirlas en clarividencias y amortigua las obsesiones hasta convertirlas en mandamientos.
Dicho esto, lo que me preocupa es que alrededor de este Papa se está creando una especie de Todos con Francisco pero todo contra Francisco. Termino donde empecé: muchos se han equivocado con el Papa Paco y varios de esos muchos no se lo van a perdonar.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com