El miércoles 29, las centrales sindicales estaban jurando en arameo porque el ministro de Trabajo, Jesús Caldera, había decidido levantarse de la mesa y prorrogar la decisión sobre el Salario Mínimo Interprofesional (SMI). "No me he levantado de ninguna mesa, sólo he pedido un poco de tiempo para llevar al Consejo de Ministros una modificación que me parece suficientemente sustancial", señaló el titular de Trabajo.

O sea, que Solbes frenó los pies. Pero Caldera insiste en que "no se ha roto nada". El ministro informa que en la primera semana de enero se firmará el pacto porque goza ya del acuerdo de los interlocutores. "No se ha podido hacer mañana por algunas pequeñas dificultades de agenda", explica. Total, que hasta el año que viene, nada. 

Eso sí, palabrita de Caldera, que la cláusula de revisión salarial permanece, "aunque necesitábamos realizar alguno ajustes de carácter técnico", matiza el ministro. El caso, es que -según Caldera- la reforma se llevará al 27.43 del Estatuto de los Trabajadores donde se establecerá que "en todo caso se garantizará que el SMI no pierda poder adquisitivo". 

Además, Caldera ratifica su compromiso de alcanzar los 600 euros a lo largo de esta legislatura, y se muestra satisfecho por la subida del 13,1% alcanzada en este año. "Se trata de una subida excepcional  desconocida", apunta.