Me pregunta un lector qué entiendo por sionista cuando acuso a determinados dirigentes israelíes, como el propio 'premier' Netanyahu (en la imagen) y no digamos nada el titular de Exteriores, Lieberman.

Pues muy sencillo, el judaísmo es una religión, porque los judíos fueron el pueblo elegido por Dios, pueblo de dura cerviz, que perdió la primogenitura. De hecho, los judíos han dejado de ser una raza -aunque pueda identificarse su código genético- tras 2.000 años de diáspora y de persecución, con su correspondiente rastro de violaciones y concomitancias libres con otras razas. Por referirnos a dos de los principales troncos de la actual población israelí, sólo entre sefardíes y asquenazíes se pueden marcar muchas diferencias genéticas. Por decirlo de otro modo, los dirigentes hebreos tienen la obligación de hablar de una raza, pero es por eso, por obligación: han sufrido mucho.

El sionismo es un movimiento político, creado mayoritariamente por ateos, de la misma forma que Israel es un país confesional, creado por comunistas. Sólo que en la postguerra, la Unión Soviética se alió con el mundo árabe y Estados Unidos con Israel. Y ahí siguen, con los cambios que el tiempo acaba imponiendo, no más. Por ejemplo, la Unión Soviética ya no existe.

Israel es un país confesional, en buena parte dirigido por ateos
En cualquier caso, lo que mantiene a Israel en pie es una curiosa mezcla de fe religiosa, el tuétano de la cuestión, y una clase dirigente que se aferra a la fe de sus padres porque sabe que hay dos cosas que mantienen en pie a este pueblo irrepetible y fantástico -como que era el pueblo elegido por Dios- frente a tantos enemigos: la fe en Yahvé, el mismo Dios de los cristianos, aunque nieguen a Cristo… y la obsesión antijudía de tantos a lo largo de la historia.

Y sí, insisto en que me gustan los judíos, nuestros hermanos mayores en la fe y no me gustan los sionistas, donde percibo incluso síntomas de racismo.

Dicho esto, Netanyahu debe dejar de bombardear Gaza. Está causando mucho daño. Esto no es justicia, es venganza, más allá del ojo por ojo y diente por diente. Y dicho esto, Hamas debe desaparecer: no son más que terroristas cobardes que utilizan a sus mujeres y niños como escudos.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com