Se queda usted muy corto respecto al calificativo que el académico de la Real Academia de la Lengua Español, don Arturo Pérez-Reverte, dedicó este verano al "Papa de la Paz" en el magazine "El Semanal". Don Arturo no escribió que Pío XII fuera sólo un hijo de puta, sino que literalmente era "aquel hijo de la gran puta al que encima pretendieron hacer santo", que no es lo mismo. Con "il papetto" --que es como Reverte denominaba en su artículo a ese enviado de Dios llamado Wojtyla-- todavía derrochó más caballerosidad: puso en su boca, utilizando comillas, palabras extravagantes que jamás habían salido de ella. Pretendía el celebrado cuentista que el Papa, en Canadá, se dedicó a exhortar de esta guisa a los jóvenes enamorados de Cristo: "Queridos jóvenes, tenéis que ser beatos". El flamante académico no sabe lo que significa un vocablo italiano tan común como "beati", y, en lugar de consultar un léxico, se puso a traducirlo como más le sonaba (bien se ve ahora por qué el castellano le parece a Reverte un idioma tan sonoro). Debe de desconocer también que en latín significa lo mismo, porque robó un famoso verso a Horacio para titular su despavesado artículo: "Beatus ille". Aunque mucho no le pesa al autor de "El Club Dumas", dado que se jacta a menudo de ser gran valedor de la noble lengua del Lacio...Así que, apenas seis meses después, la Real Academia Española ha decidido, por mayoría absoluta, que el inspirado Pérez-Reverte tiene grandes cosas que aportar a las futuras ediciones de su reputado Diccionario. Y el reino aznarita de Murcia, por su parte, le concederá en junio a bombo y platillo la Medalla de Oro de esta Comunidad.Aquel domingo estival Reverte remataba su artículo con una despedida intrahistórica ("Hasta luego, Lucas"), una interjección a juego con lo demás ("Rediós") y el anhelo final: "Hay días en los que me gustaría ser lansquenete de Carlos V". Yo, en mi insignificancia, al terminar de leerle me habría conformado con mucho menos: con dejar de ser murciano.Miguel Ángel García Olmo