Sr. Director:
El 24 de abril de 1914 dio comienzo el genocidio armenio a manos del régimen de los jóvenes turcos en el Imperio otomano.Durante nueve años los armenios fueron perseguidos y masacrados. Han pasado cien años y en Roma, el Papa Francisco y el patriarca supremo de los católicos armenios, Karekin II, se han encontrado para recordar la masacre que acabó con la vida de dos millones de armenios. El genocidio armenio fue un verdadero testimonio de fe que se suma al de otros millones de perseguidos por razón de Cristo a lo largo de todo el siglo XX. La memoria de estos hombres y mujeres ni puede, ni debe ser olvidada. Ellos han contribuido a mantener viva la presencia de Cristo en el mundo, al mismo tiempo que su testimonio de fe es y debe ser, más aún, semilla de unidad entre los discípulos de Cristo.
El 24 de abril de 1914 dio comienzo el genocidio armenio a manos del régimen de los jóvenes turcos en el Imperio otomano.Durante nueve años los armenios fueron perseguidos y masacrados. Han pasado cien años y en Roma, el Papa Francisco y el patriarca supremo de los católicos armenios, Karekin II, se han encontrado para recordar la masacre que acabó con la vida de dos millones de armenios. El genocidio armenio fue un verdadero testimonio de fe que se suma al de otros millones de perseguidos por razón de Cristo a lo largo de todo el siglo XX. La memoria de estos hombres y mujeres ni puede, ni debe ser olvidada. Ellos han contribuido a mantener viva la presencia de Cristo en el mundo, al mismo tiempo que su testimonio de fe es y debe ser, más aún, semilla de unidad entre los discípulos de Cristo.
El ecumenismo del sufrimiento, como ha denominado el Papa, podría convertirse en el motor espiritual que ayude a recorrer el camino hacia la reconciliación definitiva de las Iglesias cristianas. La gratitud para con las víctimas de la persecución cristiana es un motivo más que determinante para animar este camino que la Iglesia armenia ha sostenido con su propio testimonio de fe.
Juan García