El género popularmente conocido de catástrofes ha generado, desde hace décadas, multitud de películas sin tramas importantes pero formalmente espectaculares.
El día de mañana, la última película de Roland Emmerich (Independence Day) entra en esta categoría.
Estrenada mundialmente con un año de retraso, con respecto a la fecha prevista, debido a los trágicos acontecimientos del 11-S, que dejaron al público norteamericano demasiado susceptible a presenciar tragedias en la gran pantalla, su argumento gira alrededor de una alarmante predicción climatológica, que anuncia que la tierra está a punto de sufrir una nueva era glaciar.
El actor Dennis Quaid encarna a un climatólogo, al que nadie hace caso, que advierte sobre los peligros de un catastrófico cambio de la temperatura de la tierra. Cuando el fenómeno se produce, y en medio de una evacuación mundial, decide ir al rescate de su hijo, al que el extraño fenómeno ha pillado en una de las zonas más afectadas: la ciudad de Nueva York.
El día de mañana es un buen "cajón desastre" del cine de catástrofes: hay tifones, terremotos, maremotos, diluvios, tormentas de hielo… todo ello mezclado con buenas dosis de patriotismo norteamericano.
Emmerich se ha preocupado de que los efectos visuales y digitales estén bien resueltos (a pesar de que ha abusado de los generados por ordenador). Otra cosa es el apartado dramático… que resulta poco emocionante. Pero quizás esto, para el público joven que acudirá a contemplar la película, es lo de menos.