Sr. Director:
Este año tampoco recibiré un trabajo manual precioso en el día de la madre. Ninguno de mis cuatro hijos, que asisten a un colegio concertado religioso, dedicará unas horas en clase, a pensar con cariño en su madre y hacer de todo corazón un regalito para ofrecerme.
Hace unos cuantos años que el claustro de profesores decidió que era mejor no hacerlo, para que no se sintieran mal los niños que no tuvieran padre o madre, o para que no sufrieran los que sus padres viven separados. Quizá tengan algo de razón y sé que el motivo ha sido con buena intención.
Yo creo que en estos momentos, si algo es importante para la educación de los niños, es dar el valor que merece a la familia, y por supuesto a la figura del padre y de la madre. Hay que celebrarlo como el día importante que es, con una gran fiesta, (y no me refiero a una fiesta con costosos regalos comprados).
En una sociedad donde ya estamos empezando a confundir casi todo, donde todo vale y es posible, donde en vez de padre y madre, tenemos Progenitor A y Progenitor B, ¿Qué puntos de referencia fijos van a encontrar nuestros hijos?
Hagamos el próximo domingo la gran fiesta de las familias, porque un padre es un padre madre no hay más que una.
Adriana Belen Martínez Bargues
belenmb@ono.com