Sr. Director:

Este año se cumple el 150 aniversario de las apariciones de la Virgen en Lourdes,  por lo que es año jubilar.

Una riada de peregrinos el día 11 en  la procesión de las antorchas, y celebración especial en Roma. ¿Habrá alguien que no haya oído hablar de Lourdes? Una catarata de milagros se han sucedido en esa pequeña localidad del Sur de Francia desde 1858, año en que se apareciera allí la Virgen a una niña humilde, pobre y enferma, Bernardette de Soubirous, hija del molinero.

Un sacerdote que la conocía, Abbé Arder, dijo en una ocasión: "Mira a esta pequeña. Cuando la Virgen Santísima quiere aparecerse en la tierra, ella escoge niños como esta". La noticia de las apariciones y  milagros se extendió en seguida por toda Francia y Europa. El Gobierno se opuso a las peregrinaciones que comenzaron entonces hacia la gruta de Massabielle, y que no han cesado: cada año, Lourdes recibe unos seis millones de peregrinos.

Hay setenta milagros científicamente probados; pero se habla de miles y de incontables favores. El primero fue a favor de Bourriette, cantero que recobró la visión al lavarse en el agua recién emanada de la gruta. Significativa, también, la sanación milagrosa del niño del Emperador de Francia, cuya niñera acudió allí a coger agua, burlando la orden imperial de acercamiento. Como más tarde en Fátima, la Virgen  pidió el rezo del Santo Rosario y Penitencia por la conversión de los pecadores.

¿Hacemos caso? Una cosa me llama la atención: María, desde el Cielo, sigue atenta a las necesidades de los hombres aquí en la Tierra. El cuerpo de Santa Bernardita reposa incorrupto y fresco en Nevers. ¿Y las aguas de la gruta? Son puras, sin propiedades térmicas y sin bacterias, como  símbolo de la Inmaculada.

Josefa Romo           

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