La sociedad chilena tiene el corazón roto, entre quienes cuidan con mimo la salud de Pinochet, a fin de que pueda ser encarcelado, y aquellos fervientes partidarios del dictador que anhelan su muerte con el fin de no verle entrar en prisión.
Supongo que el propio Pinochet estará deseando que sus partidarios no se salgan con la suya, pero lo cierto es que el entramado judicial de Pinochet empieza a comprometer el crédito internacional de Chile: no se sabe si a más o a menos, pero recuerden que al dinero lo único que le gusta es la estabilidad... aunque sea la estabilidad de los cementerios.