Rafael Larreina es el secretario de Organización de Eusko Alkartasuna (EA), formación nacionalista e independentista del País Vasco. Larreina ha escandalizado a El Mundo al augurar que el proceso de paz en Euskadi comporta hablar de autodeterminación y de la anexión de Navarra. Según el periódico hoy más paralelo al PP, lo que se percibe detrás de estas palabras es que lo que está en marcha no es un proceso de paz, sino uno de ruptura constitucional. Eso parece bastante claro, pero no es la cuestión de fondo.
Se da la circunstancia de que Larreina, además de independentista vasco es miembro numerario del Opus Dei, de lo que se deduce que es un tipo comprometido con su fe y, desde luego, presuntamente coherente con la misma. En otras palabras, Larreina es el ejemplo vivo de que se puede ser independentista vaso o catalán o cartagenero- y, al mismo tiempo católico ejemplar. Al final tendremos que reconocer que la unidad de España puede ser algo muy bueno yo así lo creo-, pero no es dogma de fe que es, precisamente, lo que pretenden hacernos creer esos neoamigos de la Iglesia (verbigracia, el director de El Mundo, Pedro J. Ramírez) para quienes el futuro de la cristiandad y la unidad de España son dos fines parejos e indisolubles.
Por otra parte
En efecto, Larreina tiene todo el derecho a presentarse como cristiano y defender la total independencia de Euskadi. Ahora bien, el problema no es que Larreina sea el secretario de Organización de EA, el problema es que es el secretario de Organización de un partido abortista. Ahí radica una de las incoherencias del Larreina católico confeso.
A nuestro independentista le está ocurriendo lo que a tantos políticos cristianos, a los que nunca les llega el momento. Son aquellos que siempre olvidan las palabras de Benedicto XVI, que cifraba en tres los principios irrenunciables para un político católico : la defensa de la vida, la defensa de la familia natural y la defensa de la libertad religiosa.
Porque, claro, si Larreina hubiese querido ser coherente tanto a sus planteamientos en defensa de la vida como a sus planteamientos en defensa de la independencia vasca, lo que tenía que haber hecho era formar un partido de nuevo cuño o apuntarse a una formación marginal que defendiera ambos principios. De otra manera, tendremos que pensar que permanece en la dirección de EA porque está más cerca de su nómina que de sus principios.
Eulogio López