La Galia empieza superar el progresismo, nacido en el Mayo Francés y hoy degenerado en buenismo. En economía, Sarkozy es un nacionalista francés, convencido de que es obligación del Estado proteger a las multinacionales francesas. Tras las elecciones, la francesa EDF vuelve a ser una amenaza, especialmente para Iberdrola. El nuevo presidente galo no olvida el apoyo de ZP a Royal

Lo primero que sorprende de las elecciones francesas es que los políticos del país vecino confían más en las encuestas a pié de urna que los españoles. Así, apenas conocidos los sondeos de las 20.00 horas, la socialista Ségolène Royal anunciaba su derrota, y eso que la diferencia era de seis puntos –la misma que luego fue apuntalando el escrutinio-. Eso sí, dejó claro que a ella no le echa nadie del liderazgo de la ‘gauche divine', que lo suyo no era un fracaso y que piensa seguir "afianzando la izquierda". En plata: que no dimite.

En cualquier caso, en el Partido Popular han descorchado el cava. Afirman que ZP tiene gafe, y que cuando apoya a Kerry gana Bush, cuando habla del triunfo de Schröder y del fracaso de Ángela Merkel, Alemania exhibe a su primera ‘cancillera', y cuando viaja a Francia para presentarse como el gran apoyo internacional de Ségolène Royal, la candidata francesa se hunde.

Lo malo es que Sarkozy, que ya ha tenido alguna agarrada por asuntos migratorios con Zapatero, no olvidará el descarado apoyo de ZP a Royal. El sucesor de Chirac sólo siente desprecio por el buenismo, la nueva modalidad de progresismo en la que terminado el proceso social que comenzó con el Mayo francés, una generación que Sarkozy, y con él sus votantes, considera una simple degeneración.

Económicamente, no conviene confundirse: Sarkozy es un nacionalista económico, que ha demostrado como rector de la economía francesa que lanzará al Estado en defensa de sus compañías de bandera. Ya lo hizo con el grupo Alstom y está dispuesto a jugar fuerte en la reconversión más importante que está en marcha en Europa: la energética. En la City madrileña no es ya ningún secreto que la estatal gala EDF, la mayor nuclear del mundo, quiere entrar en España y está dispuesto a lanzarse a la yugular de Iberdrola, una empresa mucho más solvente y rentable que la francesa, pero que no tiene una calificación triple "A", ni tira con pólvora del Rey.

Por otra parte, ni Royal ni Sarkozy tienen redaños suficientes para poner coto a la política agraria común (PAC), la mayor injusticia económica de la era de la globalización.

No. Para España no es una buena noticia el triunfo de Sarkozy, al menos mientras ZP esté en la Moncloa. Aunque podemos consolarnos: Royal tampoco hubiera significado ninguna bicoca.