Muchas son las cosas que se están diciendo sobre el aborto, expertos, periodistas, políticos no dejan de darnos su estrecho punto de vista, ahora bien, ninguno va al origen del problema, ninguno se afana, ni tiene la valentía suficiente de exponer cuál es la verdadera razón del número creciente de abortos.
Hay que decirlo, alto y claro, es una consecuencia de la banalización de las relaciones sexuales, que durante los últimos años se ha promocionado como producto más de consumo, sin consideración alguna de las implicaciones que tiene consigo.
Las relaciones sexuales se han puesto al nivel de un producto más de consumo, como el que se compra una camisa o se toma un refresco, y nadie debería dudar que es mucho más que todo eso, es entrega, donación, compromiso, respecto por la dignidad de uno mismo y del otro, paciencia, renuncia, es un acto que implica al ser en su totalidad en cuerpo y alma, y claro si todo esto no se tiene en cuenta surgen los problemas, no sólo el aborto, sino rupturas familiares, violencia en la pareja, con los hijos, enfermedades de transmisión sexual, y por supuesto aborto.
No se trata de educación sexual, que al final acaba siendo instrucción sexual, sino de educación moral, de educación en el respeto por uno mismo, por el otro, de educación en la renuncia, en la entrega, en la paciencia, en la renuncia a la satisfacción personal y la búsqueda de la felicidad del otro aún a costa de la propia. Pero claro toda la progresía no quiere ni oír hablar de todo esto. Alguien se cree que porque se repartan más preservativos, más píldoras del día después y se siga banalizando el sexo, se solucionarán los problemas, no, al contrario, los casos de abortos aumentarán, las enfermedades de transmisión sexual crecerán, la violencia en la pareja crecerá.
Se están repartiendo antorchas para luchar contra el fuego. En definitiva pierde el individuo y la familia como expresión de máxima libertad y célula de resistencia ante el estado controlador de todos los espacios de la vida privada.
Destruida la familia todos las personas quedan sin vínculos de unión a un elemento potenciador de su dignidad y valor, sometiéndose, incluso de manera voluntaria, al poder de turno.
Si un crimen como el aborto se le da carta de normalidad, buscando cualquier justificación, se acabará justificando cualquier cosa.
Luis García
luniblan@yahoo.es