Reina consorte aún no lo es, pero princesa consorte e impertinente… eso salta a la vista y al oído.

Esta es la historia de la visita  de los Príncipes de Asturias a la Asociación de Directores de Comunicación (DIRCOM), una profesión cada día más relevante.

Doña Letizia se dedica a interrumpir a su esposo. El Príncipe heredero y a traducir sus palabras, ante el asombro de todos los presentes o, al menos, a los que no conocen a la futura Reina quien, al parecer, no acepta el papel de consorte.

Su actitud con la Junta Directiva es muy similar. Repartió deberes para todos, con pregunta inquisitivas sobre, por ejemplo, el número de licenciados en periodismo entre la asociación.

Pero el problema de la futura reina de España no es el qué sino el cómo. Doña Letizia es muy libre de que su objetivo consista en hacerse impopular y ligeramente intratable, pero no por ello puede desautorizar a su esposo. No porque sea esposos sino porque es el heredero al Trono. Ella puede permitirse el lujo de la impopularidad: su esposo no. Para mí que más de un dircom de los presentes acentuó ese día sus convicciones republicanas.

El problema de la futura Reina de España es de falta de modestia. Siente una irrefrenable tendencia a convertirse en centro de atención de cuantos le rodean. Otra historia. El Día de las fuerzas Armadas, celebrado durante la mañana del sábado en Valladolid, volvió a dar el cante. Plaza mayor de la capital de la caballería. La tribuna colocada para SSMM los Reyes, que presidían el acto. Tres hileras: la primera para don Juan Carlos y doña Sofía. La segunda para los príncipes y una tercera destinada a otras autoridades y cargos militares. Pues bien, una vez más, la princesa finge modestia y se empeña en instalarse en la tercera hilera con lo que, encima le quitaba el sitio a otro prócer. Su esposo le insiste en que se sitúe a su lado. A la tercera su esposa accede. Todo ello ante la cámaras de televisión y dirigiéndose a su esposo cuando debía permanecer callada… como lo estaba el Príncipe y los Reyes de España, pues el acto de homenaje a la bandera ya había dado comienzo.

Alteza, aprenda usted a pasar desapercibida. La falsa modestia es lo contrario del aforismo evangélico: el que se ensalza será humillado…