- Primera ostensión de la Sabana Santa desde 1973. No es dogma de fe, es sólo la demostración científica de la Resurrección de Cristo.
- Toda la progresía mundial se aferró a la burla de la prueba del Carbono 14. Pruebas mucho más categóricas de la autenticidad del lienzo fueron ignoradas.
- En la Resurrección de Cristo fue cuando el tiempo se fundió con la eternidad y la materia con el espíritu. Después de ahí, todo es repetición, todo es plagio
La primera ostensión –manifestación o exhibición- de la Sábana Santa de Turín desde 1973: en Sábado Santo de 2013.
Recuerdo que fue el libro de Francisco Ansón quien por primera vez me hizo interesarme en la Síndone de Turín. Lo cual demuestra mi vastísima cultura –quizás bastísima- dado que el complemento de la Síndone, esto es, el Santo Sudario, se exhibe en la Catedral de Oviedo, mi tierra natal. Y yo no me enteré hasta que me eché a los ojos esa joya de mi amigo Paco. ¿A qué soy genial
Ansón demuestra el elevadísimo porcentaje de posibilidades de que La Sábana Santa y el Santo Sudario fueran la mortaja con la que José de Arimatea y las mujeres valientes que permanecieron fieles al Nazareno enterraron al crucificado, justo cuando todo el poder humano se volvió contra él y cuando hasta los varones más próximos le abandonaron.
Dicho de otra forma: con la ciencia en la mano, lo más probable, la única hipótesis admisible, es que la Síndone de Turín fue, en verdad, el paño que envolvió el cuerpo de Cristo hasta su Resurrección.
Y naturalmente, la Sabana Santa ha pasado por el fenómeno habitual que rodea al Cristianismo y que podríamos definir así: de derrota en derrota hasta la victoria final.
Ejemplo, como los cristianos no solemos poseer ni la astucia de las serpientes ni la prudencia de las palomas, en cuanto los argumentos de diversas disciplinas científicas fecharon la sábana en la Jerusalén de Pilatos, llegó alguien con vestimentas científicas, los chicos del carbono 14, gente que veía con la conclusión tomada antes de analizar el objeto. Los responsables eclesiásticos, no muy astutos y quizás algo imprudentes, les permitieron aplicar su método, escasamente válido para conocer el origen de la Sábana Santa o para fechar con tanta precisión… y naturalmente dictaminaron que se trataba de un objeto del siglo XIV. Algo que sólo forzando los hechos hasta retorcerlos como una viruta puede dictaminar el propio Carbono 14. Una burla, vaya, pero a la que se aferró toda la progresía mundial.
Pero es que hay mucho más. La investigación de la NASA concluyó que la tela se había visto sometida a una radiación en la tela. Una radiación de origen desconocido que concuerda con el sucinto relato histórico de la resurrección de Cristo, que hoy celebramos. Y así, la autenticidad de la Síndone, que debió ser victoria, sea ha leído como derrota. A eso me refiero cuando digo que el sino del cristiano es ese: "De derrota en derrota hasta la victoria final".
Lo mismo puede decirse, no ya de la Síndone, que no es una verdad de fé, sino verdad científica, sino de la Resurrección en sí misma. Es la gran fiesta del catolicismo porque es el mayor triunfo de los católicos, la presentación definitiva del hombre Jesús como el único Dios. Es la gran victoria tras la derrota de la pasión. La demostración definitiva de que Cristo es Dios y, además, la introducción del método divino en la historia humana: siempre perder hasta terminar por ganar. En la Resurrección es cuando el tiempo se fundió con la eternidad y la materia con el espíritu. Después de ahí, todo es repetición, todo es plagio.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com