El objetivo del presidente de la patronal española CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, es claro: jubilarse como patrón pero mantenerse en activo como patrón de patronos, como presidente de la CEOE. Pero eso no es posible si tus empresas están quebradas, porque no queda bien que un participante en el deporte de los concursos de acreedores represente al estamento patronal español.
Para ello, precisa tiempo para vender todo su grupo Marsans (que engloba no sólo la agencia de viajes sino transporte por carretera, handling y transporte aéreo).
Y no sólo eso, precisa, además, que el caso Judicial que se sigue en Madrid por el caso de Aerolíneas Argentinas no le condene por los tres cargos por los que está imputado junto a su socio en Marsans: estafa procesal, delito fiscal y desvío de fondos públicos. Sólo en la segunda imputación, la Agencia tributaria le exige 130 millones de euros presuntamente eludidos al fisco.
Por todo ello, en la mañana del miércoles se armó la gorda: un Ferrán deprimido y enfrentado al presidente de CEPYME, Jesus Bárcenas, puso su cargo a disposición de la asamblea de CEOE. Entró en la sala y se dirigió a los presentes con esas palabras: Pascual y yo estamos agobiados, así que pongo mi cargo a disposición de la Asamblea. Aplausos de la masa y retirada de la dimisión.
Eso sí, Bárcenas ha planteado una asamblea paralela en CEPYME y sigue sin asistir a las reuniones donde vaya Ferrán. Y no sólo eso: Rodrigo Rato no se lo va a poner fácil a Díaz Ferrán ni tampoco su antigua valedora, Esperanza Aguirre. Por de pronto, le piden que no dimita como consejero de Caja Madrid.
Encima, el Gobierno ha puesto sobre la mesa a Joan Rosell como sucesor, y en la CEOE reina el antes un Ferrán que un catalán.