Joaquín Estefanía, ex director de El País, Lucía Méndez, El Mundo, Eduardo San Martín, ABC. Todos ellos formando un coro en perfecta sintonía en el qué y en el cómo, en diagnóstico y en terapia: hay que reformar la ONU (es lo único que tenemos) y hay que hacerlo con espíritu ONG-Bush es el malo, Kofi Annan el bueno. El primero, lo que tiene que hacer es seguir la vieja doctrina: dame el dinero y no quiero verte más por aquí. Al segundo, prototipo de los funcionarios ONU, se le puede perdonar incluso que haya permitido a sus colaboradores, incluido su hijo, meter la mano en la caja en el muy filantrópico proyecto de cambiarle alimentos para los iraquíes por petróleo de Sadam Husein.
Es más, Lucía Méndez, preocupada por el futuro de la humanidad. Nos informa de que las ONG son la clave de esa nueva ONU, de ese órgano internacional que todos deseamos. Y, cabizbundo y meditabajo, Estefanía y San Martín nos advierten que no ven nada claro el horizonte. Es el consenso mediático, y mucho me temo que el consenso mundial sobre el futuro de la humanidad, fiado al voluntariado subvencionado. Bien lo sabe Kofi Annan, para quien las ONG representan el futuro del mundo y de la organización ¡Rediez, qué solidarios que somos todos! Con decirles que SM el Rey de España acompaña al presidente del Gobierno para promocionar su alianza de civilizaciones que, como todo el mundo sabe, es la aportación zapateril a la ciencia política.
No es por arrojar un agua fría en la testa de nadie, pero ¿alguien ha pensado que no hay nada más antidemocrático que las ONG? En el mundo oenegero nadie sabe quién representa a quién ni en función de qué, ni tan siquiera bajo qué principios. Es, repito, el estilo Annan: dame el gobierno y no interfieras. El dinero de los impuestos, nuestro dinero, claro, porque las ONG se alimentan del presupuesto público, de las subvenciones públicas (rara vez de las aportaciones privadas, en cuyo caso ya no son ONG sino organizaciones humanitarias o de caridad (esto es, algo obsoleto y anticuado). En suma, ¿alguien ha reparado que las ONG no son más que OG?
Con razón Annan, durante la cumbre mundial de ONG, como parte sustancial de la Asamblea del milenio, afirmaba que el nuevo mundo dependía de ellos, que esperaba su apoyo para instaurar el Nuevo Orden Mundial, dirigido, naturalmente, por Naciones Unidas. Allí, Annan, el corazón transido por la emoción colombina de quien ha descubierto un nuevo mundo, llegó a hablar del nuevo parlamento mundial, el oenegero, concepto que, al parecer, considera condición previa imprescindible para instaurar el Gobierno mundial dirigido, por ejemplo, por él mismo. Es lógico que las ONG sean sus amigos y los gobiernos nacionales sus enemigos, pero eso no significa que la progresía española, con una curiosa candidez, se trague los plus del Nuevo Orden Mundial, el mayor enemigo contra los derechos humanos que existe hoy en el mundo, y que ahora hemos dado en llamar de ese modo absurdo : reforma de la ONU.
A ver si nos entendemos. El Nuevo Orden Mundial pretende en nombre la filantropía, los siguientes objetivos: modificar la Declaración de los Derechos del Hombre: derechos reproductivos (es decir, homicidios masivos de los no nacidos), un gobierno Mundial, naturalmente, bajo la égida de Naciones Unidas, es decir, regido por funcionarios ONG y un Gobierno, atención, con licencia para matar, encargado de clasificar las guerra como justas o injustas. Un Gobierno que además, promueve la globalización, pero, ojo, la globalización ONG: libre tránsito de mercancías, que no de personas como creo haber dicho más de una vez, por ejemplo, ayer- una globalización que entiende por liberalismo económico la especulación de los mercados financieros. Por decirlo de otro modo : las ONG se han convertido en el instrumento de la plutocracia mundial. No es broma: quien tenga la paciencia de leerse los principios de la Trilateral, o del Club de Bilderberg, verá que no se cortan un pelo (especialmente los primeros, que eran más trasparentes): capitalismo sin trabas, reducción del poder de los gobiernos nacionales, especialmente los democráticos, obsesión con la sobrepoblación, siguiendo el primer mandamiento de la economía plutócrata: lo mejor para acabar con la pobreza es acabar con los pobres, no falla. Por último, elitismo y secretismo a raudales, tan propios de las sociedades secretas. Los plutócratas no quieren figurar en ese futuro Gobierno mundial: prefieren que lo hagan lo funcionarios tipo Annan, biotipo ONG: ellos prefieren manejar los hilos sin aparecer en público; eso les obligaría a ser transparentes.
Ojo, y el Nuevo Orden Mundial de Kofi Annan pretende algo más: pretende una religión universal, cuyo logro documental más grande ha sido, hasta el momento, la Carta de la Tierra, de Mijail Gorbachov. Las mentes simples no valoran el potencial explosivo de la cosmovisión particular, pero los partidarios del Nuevo Orden Mundial lo tienen muy claro. Por eso la UN elaboró la Carta de la Tierra, una religión sin Dios, tremendamente ecologista, verde, o sea lo que aplaude la progresía española.
Pero ellos no lo saben: sólo son finos analistas sociales. Así que ya lo saben: apoyar la reforma ONU supone apoyar el Nuevo Orden Mundial, es decir, supone apoyar el fin de los derechos humanos y de libertad en el mundo. Por lo demás, todo marcha.
Posdata: Si quieren ustedes conocer más sobre los planes reformadores del Nuevo Orden Mundial no dejen de leer esta maravilla, cómo no, del argentino Juan Claudio Sanahuja, de Noticias Globales (ver documento).
Eulogio López