Como ya informamos, el presidente de la patronal catalana Fomento del Trabajo, Joan Rosell, se tiró a la piscina alabando la capacidad de gestión de Montilla y la consolidación de ERC en general y de Carod en particular. Un aval al nuevo tripartito que no ha sentado muy bien en Fomento y que ha sentado peor entre el empresariado catalán, dividido en relación al tripartito.

Hay quien piensa que Rosell trata de contemporizar con lo que hay y argumentan que el presidente de la patronal no puede ejercer un papel opositor al gobierno. Pero las malas lenguas también señalan que Rosell está devolviendo el favor del apoyo de Montilla a su candidatura a la presidencia de la CEOE. Maldades, ya se sabe.

El caso es que Cuevas ha aprovechado la Asamblea General de la CEOE para sacar el látigo y devolvérsela cruzada a Rosell. Ha defendido la unidad indisoluble de España y ha advertido de los riesgos territoriales, terroristas e internacionales. Ha criticado la inconsistencia de algunos agentes que se aprestan a remover el entramado constitucional que ha ofrecido un enorme bienestar a la economía española. Y más: ha advertido que la CEOE no será espectador de lo que ocurre y defenderá una España internamente cohesionada y externamente abierta al mundo. Todo ello para defender la seguridad jurídica y tranquilidad que necesitan las empresas para desarrollar sus negocios.

O sea, una respuesta en toda regla al órdago de Rosell. Lo que queda claro es la brecha entre Fomento y CEOE es cada vez más profunda. Y conviene recordar que cuando la CEOE valoró y aprobó por unanimidad un documento de repulsa a las reformas territoriales por el riesgo que suponía para la unidad de mercado, Rosell no asistió por razones logísticas. El que quiera entender. ¿Se independizará Fomento de la CEOE? Eso quiere. ¿Para qué? Para nada. ¿Con quién? Con nadie. ¿Se independizará? No parece.