El capital riesgo y las compras apalancadas se hunden: nadie quiere prestarles dinero. En consecuencia, también se hunde la especulación por titulización de créditos. La desconfianza crece. Precisamente, el propio fondo Blackstone renuncia a colocar los activos inmobiliarios del Santander porque "Emilio Botín no es de fiar". Mientras tanto, Rodrigo Rato asegura que tardaremos tiempo en conocer el alcance real de la crisis

Con la ‘modestia' que caracteriza al personaje, el gobernador del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet, se refirió a España entre los países que se habían visto afectados por la crisis hipotecaria estadounidense. "Yo ya he tenido la ocasión de decir que hay un cierto número de economías en Europa donde hemos vivido un fenómeno inmobiliario, de ninguna manera del mismo tipo que en Estados Unidos, pero que era lo suficientemente importante como para que yo lo mencione". Ocurrió en la televisión francesa -estas entrevistas no las conceden los gobernadores de los bancos nacionales, pero, al parecer, sí el del banco conjunto, el del BCE- y no hay cabida para el equívoco, dado que la pregunta se refería, precisamente, al sector inmobiliario español.

En otras palabras, Trichet estaba utilizando a España, el país que construye la mitad de la vivienda de toda la Unión Europea, de forma interesada para salirse con la suya y subir los tipos de interés en Europa o, al menos, no bajarlos, como han hecho los norteamericanos.

Porque España no tiene ningún problema inmobiliario que no sea la carestía de los pisos, y eso lo sufren los españoles. La morosidad continúa bajo mínimos, aunque repunta ligerísimamente. Por tanto, nada que pueda preocuparle al Sr. Trichet. Sin embargo, a la mitad de las familias españolas que pagan una hipoteca sí le afectará, de forma directa, que el señor Trichet suba los tipos de interés, mientras el Gobierno Zapatero se mantiene en un respetuoso silencio ante las pretensiones del monetarista francés, publicitadas un día antes de que el euribor, mañana del lunes, volviera a superar el 4,7% y se coloca a tiro de piedra del temido 5%, con revisión automática de todo tipo de hipotecas de tipo variable.  

Pero, y esto es lo que importa, no es en la red inmobiliaria donde está presa la banca europea, sino en la financiación de las compras apalancadas, especialmente del capital-riesgo, y en la paquetización o titulización de los créditos. Es decir, en una actividad de alto riesgo, ferozmente especulativa, que ha venido dando estos años sabrosísimos dividendos, hasta que ha surgido la desconfianza. Son los famosos LBO (leveraged buy-out) o compras de empresas con deuda, operaciones conocidas desde los años ochenta, pero que han crecido en proporción geométrica con la profusión del private-equity. Ahora, los bancos prestan el doble a las empresas de capital-riesgo que quieren hacerse con una compañía: le prestan al fondo por ser el quien es y le vuelven a prestar con la garantía de los activos de la empresa comprada: ¡la locura!

En ese panorama, lo de menos es quién prendió la mecha: en este caso han sido las ‘subprime' norteamericana. Mejor, los CDO, o "collateralized debt obligations", es decir, otra  paquetización especulativa creada con el respaldo subyacente de las hipotecas subprime. La historia de la codicia: mucho dinero para ganar mientras el dinero siga fluyendo. El problema es cuando se rompe la confianza en Oklahoma y el efecto mariposa llega al último rincón del planeta.     

Pues bien, a lo mejor esta crisis de confianza comporta algo bueno: reducir la especulación -lo malo es que reduzca también la financiación de las empresas y de los particulares-. El ejemplo lo ha dado Goldman Sachs, uno de los prestamistas habituales del gigantesco fondo Blackstone, al que ha ofrecido, y parece que éste va a aceptar, 1.000 millones de dólares a fondo perdido si renuncia unilateralmente a las LBO acordadas con Goldman. Así se lo han comunicado a Hispanidad, fuentes solventes de Blackstone. En el sector aseguran que el pre-acuerdo creará escuela. El golpe al capital-riesgo es mortal.

Por cierto, Blackstone se ha negado a participar en la venta de inmuebles del Banco Santander -en su mayoría se alquilarán, otra vez, al Santander-, una operación que oscilará entre los 4.000 y los 5.000 millones de euros. Y es que el fondo norteamericano está muy escondido con el presidente del Santander, Emilio Botín, que les utilizó durante la venta de AUNA a France Telecom para subir el precio: "Botín no es hombre de palabra". Hablando de crisis de confianza.

Por cierto, uno de los sectores más afectados por la crisis de confianza es el de las huertas y paneles solares. Un ejemplo, los ex telefónicos Javier Revuelta y Andrés Tejero lo tienen de color de hormiga para continuar con sus apalancados proyectos.

Mientras tanto, el director saliente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Rodrigo Rato, asegura que tardamos mucho tiempo en conocer el alcance real de esta crisis de confianza. Es decir, que el asunto es grave. Sin embargo, Rato no ha aconsejado medidas contra la especulación creciente en los mercados financieros.