Esto empieza a resultar algo parecido a un sainete. El Congreso de los Diputados aproó el jueves el nuevo Estatuto del trabajador autónomo. A partir de ahora, por ejemplo, los autónomos que trabajen para una sola empresa tendrán 18 días de vacaciones Con ello, un Gobierno obsesionado con prohibir, trata de reducir el fraude del trabajador autónomo… ensañándose con la víctima y dejando libre al verdugo.
Veamos: los autónomos dependientes, por que trabajan para una sola empresa, deberían prestar sus servicios como trabajadores por cuenta ajena: esa empresa deberían contratarles y pagar por ellos las correspondientes cuotas. Pero les explican eso: o te sacas tu propia licencia de autónomo o te quedas sin empleo. Bueno, vale, lo acepto. De esta forma, el empresarios se ahorra las cuotas de la Seguridad Social y el autónomo que trabaja para él le factura como el fontanero que ha vendido a arreglarle el grifo; como un tercero independientes por el que no hay que cotizar.
Es decir, el empresario es el verdugo, pero la ley se ensaña con la víctima, que es el autónomo. El verdugo, eso sí, alega que las cuotas sociales son muy elevadas en España y que no existe flexibilidad laboral, y en ambas reclamaciones tiene razón. Ahora bien, el que pierde es el autónomo de quien, además, se puede prescindir en cualquier momento.
El asunto es grave porque los mejores talentos prefieren convertirse en autónomos y a partir de ahí dar el salto a montar la propia empresa. Es la sociedad de los autónomos y de las pymes, sin duda la mejor de las sociedades posibles, muy superior al socialismo y al capitalismo. En ella se desarrolla la mejor de las propiedades privadas: la pequeña propiedad privada individual. El autónomo, por decirlo así, es el trabajador más libre.
Al mismo tiempo, en España, en efecto, la empresa paga muchas cuotas sociales (y el asalariado también). Pues bien, ahí está el problema. Cambiemos, de una vez, cuotas por IVA, y aprovechemos que la homologación legal no ha llegado en Europa. El problema es, como siempre, que a los gobiernos les gusta lo fácil, y es más fácil cobrarle a empresa instaladas que a la generalidad del consumidor que abona IVA. El fraude en el IVA es muy superior al fraude en las cuotas, pero no se puede promulgar una injusticia para evitar el fraude.
En el mismo sentido: no se puede
En cualquier caso, si se trata de terminar con el fraude de los autónomos dependientes, mejor no ensañarse con el dependiente, sino con aquel de quien depende, que es quien está forzando el fraude.
Y lo mejor: anular la causa del fraude: las elevas cuotas sociales que se pagan en un país en el que, encima, se cobra poco.
La sociedad futura es de los autónomos, al meno si queremos una sociedad libre. Y esto porque las ganancias de productividad se están consiguiendo a cosa, no de saltos tecnológicos, sino de los trabajadores. Las rentas de la especulación financiera cada día le restan más porcentaje a las rentas del trabajo, y el proceso de megafusiones empresariales sólo ha servido para aumentar el paro y reducir los salarios. Por tanto, mejor no cargarse la gallina de los huevos de oro. Porque, insisto, con los autónomos no nos jugamos la economía, sino algo mucho más importante: la propiedad privada, y, con ella, la libertad.
Eulogio López