Sr. Director:
Los que ya tenemos algunos años, a veces, echamos en falta los chistes de Franco en los años 60 y 70, los de Morán en los 80 o los de Lepe de los 90.
Parece que nos estamos volviendo serios, que nos tomamos todo con gran preocupación. ¿El resultado? Ya lo vemos: estrés y leyes cada día más degradantes. De cosas y situaciones que antes nos reíamos, ahora se hace una ley y pobre de quien ser atreva a tratarlo con ironía o de quien hable o escriba sobre los que no es políticamente correcto. ¿Estamos perdiendo el humor?
Todos los especialistas coinciden en que el sentido del humor consiste en tener una actitud positiva ante la vida, "ver desde una perspectiva que ayude a encontrar soluciones más creativas", dicen algunos de entre ellos.
El humor modifica los esquemas y se sale de la lógica del pensamiento vertical, lo que permite a las personas con responsabilidades captar mejor la atención de los asistente a las reuniones o la trama de una conversación, además de desbloquear el estrés mediante un buen repertorio de chistes que provoca atraer la atención y aceptar de buena manera la información que recibe.
No hay duda que el humor fino y serio, el sentido del humor, conlleva la solución de conflictos, resistencia a la excesiva carga de trabajo con su porción de estrés y establece una comunidad más fluida, excelente medicina que reduce la tensión, ansiedad y depresión, sin que ello signifique un costo para la organización empresarial o social.
Propongo que seamos capaces de conseguir que el buen talante, que algunos pretenden imponernos, no nos haga perder el sabernos reír de muchas de las cosas que consideramos importantes y no lo son.
Jesús Domingo Martínez
jdomarmadrid@hotmail.com