Sr. Director:
Estoy de acuerdo en que la señora Esperanza Aguirre y otros muchos como ella no deberían comulgar.

La verdad es que lo grave no es que ellos comulguen, puesto que si tienen el valor de ser cómplices de miles de asesinatos (aborto), de permitir o intentar legalizar el suicidio (eutanasia), y consentir y hasta subvencionar el orgullo de ciertos enfermos (homosexuales), por ser generoso en el calificativo;... y encima tienen la hipocresía de reivindicarse como cristianos y hasta comulgar,... poco se puede decir de ellos,... podemos estar seguros que, si no se arrepienten, en su día recibirán su recompensa.

Y aunque sea duro lo que voy a decir, creo que los verdaderos Cristianos (seguidores discípulos del Señor Jesucristo) que somos muchos (aunque no lo parezca), debemos dejar nuestra tibieza (ya sabemos que a los tibios los vomitará Dios), y abrir nuestra boca, y empezar a llamar las cosas por su nombre.

Lo realmente grave es que un cardenal (y muchos otros), sean líderes de la Iglesia que sea, les permitan ultrajar un sacramento como la comunión a personajes como ellos. Que Dios tenga piedad del señor Rouco y sus compañeros en el día del juicio, puesto que si es grave que un ladrón robe, es mucho más grave que lo haga un policía, ¿verdad?

Creo sinceramente que ser Cristiano debe significar ser discípulo y testigo de Jesucristo, y ello lleva consigo seguirle y ser ejemplos de Él, con todas las consecuencias; quedarse a mitad de camino por el "que dirán", o por comodidad es ser un hipócrita, y las Escrituras (palabra de Dios, aunque no creas en Él), dicen claramente lo que les sucederá a los hipócritas.

Oremos por todos ellos y también por nosotros, para recibir la fuerza suficiente que nos ayude a comportarnos como verdaderos discípulos y ejemplos del Señor en todo momento; la sociedad que nos ha tocado vivir está necesitada de nuestro ejemplo, y nuestros niños y jóvenes son los que más están sufriendo nuestra tibieza.

Angel A. Garnelo

angelgarnelo@grupoaei.com