Parece confirmado que esta nueva entrega de las aventuras del agente secreto 007 es mucho más fiel al personaje creado por el escritor Ian Fleming. Es decir, este nuevo James Bond es mucho más violento, más oscuro y ha dejado la elegancia en un segundo plano. Así que en Casino Royale no sólo ha cambiado el actor que se mete en la piel del agente al servicio de su Majestad ( Daniel Craig).
Desde los títulos de crédito del comienzo de la película van a advertir esas diferencias de este nuevo 007. Ya no vemos siluetas de señoras despampanantes sino la del agente disparando entre unas ruletas de casino. A más a más, ahora el reclamo sexual (habitual en las películas de James Bond) no recae en bellas mujeres sino en el propio protagonista (Daniel Craig). Este actor rubio es el que emerge con el torso desnudo de las aguas (emulando a la escultural Ursula Andrews en James Bond contra el Doctor No).
Que el director Martin Campbell ha puesto la carne en el asador se demuestra en que entre los guionistas se encuentra el mismísimo Paul Haggis (Crash, Million Dollar Baby) por lo que la historia, sin ser alucinante, está mejor desarrollada que la de entregas anteriores. Pero, no se confundan, sigue siendo cine simplemente de entretenimiento. Resulta especialmente destacable la secuencia de la trascendental partida de poker donde James Bond se jugará algo más que la fortuna de su Gobierno.
Para resumir: Casino Royale es una película de acción bien resuelta, que no defraudará a los admiradores del género, aunque no sé si encantará a los admiradores del hasta ahora James Bond cinematográfico.
Para: Los amantes del cine de acción.