Sr. Carrillo: dicen que los años no pasan en balde para nadie. Me da la impresión al escuchar su diatriba contra la Iglesia, que el que se ha quedado fosilizado en sus ideas ha sido usted.
Si fueran sólo las ideas, tendría cierta explicación, por sus muchos años, pero es el caso que su actitud revanchista y su marcado odio a todo lo eclesial es lo que le ha debido petrificar y sigue igual, al parecer, que en el 36 al 39. ¡Qué pena!
Como espero no haya perdido del todo su memoria, le recordaré que usted figura como el máximo responsable de una matanza sin precedentes en España, en Paracuellos del Jarama: ¿Lo ha olvidado ya?
Señor Carrillo: Ya no es usted un chaval y su fin se acerca inexorablemente. Le aconsejo de veras, haga un poco de autocrítica y antes de que sea muy tarde se arrepienta públicamente de su responsabilidad criminal ante Dios, la historia y los millares de familiares de las víctimas que usted mandó fusilar.
Pida perdón a Dios, infinitamente misericordioso, que esto es lo que ha enseñado desde hace más de 20 siglos la Iglesia católica, la Iglesia de España y la de siempre, a quien usted no conoce por sus arraigados prejuicios.
Sin rencor y siguiendo el ejemplo de perdón de los muchos mártires que usted mandó ejecutar, pido por usted que la infinita misericordia de Dios le acompañe. Está aún muy a tiempo.
Miguel Rivilla San Martín