Hace unos pocos días me invitaron a asistir a una conferencia sobre "Los cristianos perseguidos", en ella se hizo un repaso de los países en los cuales se encuentran personas humanas que son perseguidas por su condición de ser cristianos.
Al final también salió el tema de los católicos europeos que son "perseguidos" por su condición de católicos y haberlo manifestado públicamente en alguna ocasión. En estos casos ciertos medios se han cebado en una persecución mediática.
En los últimos días he podido apreciar a través de ciertos medios que el Presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, Carlos Dívar, está siendo sometido a un juicio paralelo de naturaleza mediática con la finalidad de que dimita de sus cargos y su nombre pase al oprobio de la historia. Da la sensación de que quienes no consiguieron su cese por la vía jurídica y administrativa se están empeñando en sembrar el campo de la opinión pública de discordia. Una dimisión que ha sido buscada reiteradas veces y con procedimientos múltiples por quienes utilizan los organismos de la carrera judicial para hacer política y poner la ley al servicio de los intereses de partido.
Con el caso cerrado por la fiscalía y la resolución de los mecanismos de auditoría de que no se dio irregularidad, se ha desatado la caza y captura de quien preside una de las más altas instituciones del Estado. Una persecución que además incrementa el descrédito de nuestro sistema de justicia y de todo el entramado institucional del Estado. Es legítimo criticar con argumentos la comparecencia ante los medios de Carlos Dívar. Pero de ahí a sembrar acusaciones infundadas sobre su persona y sus actuaciones privadas, hay un paso que no pocos están dando. No entro a juzgar si los actos por los que se le acusaba eran causas de delito o no, pero lo que si es sabido que el Sr. Dívar nunca a escondido su condición de católico convencido.
Suso do Madrid