La guapetona primera dama francesa reincide en la explotación del éxito a través de la cadena televisiva germana ZDF y en el evento ¿Qué apostamos?.
Carla Bruni, junto a su inseparable instrumento de cuerdas, se alivió ante las filmadoras aseverando que los políticos son seres humanos como nosotros. Estaba cortejada por Karl Lagerfeld, Sylvie Van der Vaart y la descotada Salma Hayek.
Anteriormente la compañía Christie´s pujó una instantánea de la guapetona primera dama de Francia, en carnes vivas, y la revista Vanity Fair insertó una noticia con tres fotos a doble página. El desplegable proporciona lo jamás visto, las tetas de la jactanciosa modelo, esposa de Sarkozy.
También ha exhibido su palmito como prescriptora, un tanto desabrigada, de una marca de automóviles y el semanal galo Le Point nos fascinó con una instantánea del fotógrafo Helmut Newton, que exalta un sorprendente drama hogareño, su madre en ropa interior y ella sentada, lascivamente, en las zancas de su progenitor. La explotación del éxito estaba programado de antemano para que la campaña publicitaria, con carga voluptuosa, se emitiese a través de los diversos medios de comunicación franceses.
Deseo exponer mi disconformidad con la perversa utilización del cuerpo humano, muestra de la condición material de las personas y que posee, en sí mismo, una trascendencia no rebajable al mero consumo publicitario. Su empleo supone un irrespetuoso ataque a una parte esencial de la naturaleza humana, en aras de una finalidad comercial. Una clara agresión que atenta contra la dignidad humana de las mujeres.
El erotismo es el fascismo diario de las democracias, afirmó Catharine A. MacKinnon.
Clemente Ferrer Roselló
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