"Nos preocupan los osos pero la especie en extinción en Asturias es campesinos". Me ha encantado la frase, cuya autoría corresponde a Jesús Arango (La Nueva España) catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Oviedo. E incluso hay una diferencia sustancial entre los osos y los labradores: al aplatanado oso tonto de reserva asturiana hay que darle de comer, el agricultor es el que nos da de comer a todos los demás.
El proceso de urbanización acelerada en todo el mundo ha desertizado el planeta. Porque el hombre no es un depredador de la naturaleza -aunque la necedad goriana que nos asola nos lleve a pensar lo contrario- sino su fertilizador. Cuando el hombre se va a la ciudad avanza el desierto.
Los actuales precios disparados de los alimentos no son más que consecuencia de esta urbanización estúpida a la que hemos llamado progreso.
Pero el señor Arango, quizás porque es catedrático en una universidad una ciudad con 185.000 habitantes y quizás porque se ha empeñado en seguir viviendo en el campo asturiano, dice algo más: ha llegado al distributismo, aquella teoría económica que predicaran los hermanos Chesterton e Hilaire Belloc, en los primeros compases del siglo XX, donde la clave de la justicia social se ponía donde se debe: en la lucha del pequeño contra el grande, sea este el gran empresario o sea el Estado, que tan nocivo es un grande como el otro. Los distributistas creían en la propiedad privada y sólo pedían que se repartiera equitativamente, al grito de "cada hombre, tres acres y una vaca".
Arango utiliza el ejemplo de las cuotas lecheras (uno de los sectores más inflacionistas, hoy en día) y las ayudas de la Política Agraria Común a las explotaciones ganaderas de la zona: "¿Es defendible que gastemos 20.000 pesetas por habitante al año y que la mayor parte vaya a grandes explotaciones? En 2004-05 cuatro millones de ciudadanos recibieron ayudas inferiores a 10.000 euros al año, que suponen el 27 por ciento del total. En la otra banda, 83.000 explotaciones -el 2% de las que perciben ayudas- recibieron más de 50.000 euros cada una y acapararon el 29% de las ayudas. Dejemos que el mercado funcione y paguemos al ganadero de bajos ingresos una ayuda a su renta según dónde viva y según sus condiciones familiares".
Y no tengo nada más que añadir.
Eulogio López