Los guiñoles de Canal fueron los que bautizaron al portavoz parlamentario del PSOE, Jesús Caldera, como Mortadelo, compañero de un Zapatero revivido en Filemón. La verdad es que su última "mortadelada" de Caldera consistió en la alusión al "Nuevo Orden Mundial" que iba a provocar el realineamiento de España, que abandona el Triángulo de las Azores (que no era de las Bermudas, pero se le parece mucho), para entrar en el eje París-Berlín, que no deja de ser una línea recta sin espacio geométrico que ocupar.
Para Caldera, fino estratega, el asunto es clarísimo: si España cambia de aliados, Europa volverá a ser lo que fue, mantendrá las distancias debidas frente al Imperio yanqui y, ajajá, del tal realineameinto surgirá un "Nuevo Orden Mundial".
Quizás olvida Caldera, en su entusiasmo, que Francia y Alemania están girando, justo ahora, hacia Estados Unidos, entre otras cosas, porque el bárbaro atentado de Madrid ha puesto muy nerviosos a todos los países europeos, temerosos de ser el siguiente objetivo. Pero, en cierto sentido, retorcido sentido, Caldera tiene razón: el cambio de Gobierno en España puede provocar un "Nuevo Orden Mundial", aunque no el imaginado por el entusiasta líder del PSOE.
El "Nuevo Orden Mundial" calderiano consiste en lo que el martes 16 recordábamos en Hispanidad.com: ahora Ben Laden sabe que el terrorismo funciona. Sabe que 200 asesinatos pueden provocar el cambio de un Gobierno y que el primer país de la coalición abandone Iraq. Ahora sabe que las democracias europeas son lo suficientemente débiles como para ceder ante su chantaje homicida. En buena lógica, el terrorismo internacional se estará preocupando de organizar más atentados indiscriminados y masivos contra la población civil, a ser posible a pocos días de unas elecciones. Ahora mismo, Laden se sentirá el hombre más poderoso del planeta: quita y pone gobiernos, cambia la estrategia en Oriente Medio... ¿qué se le resistirá en el futuro?
Y el problema es este. La batalla actual enfrenta a la violencia, en este caso violencia terrorista, con la civilización occidental, es decir, cristiana. Es curioso: ni Zapatero, ni Aznar, ni Rajoy han mencionado, ni una sola vez, tras la masacre del 11-M, el nombre de Dios. Un detalle, si quieren, pero a lo mejor tiene su importancia. En definitiva, hace 50 años que Europa, y todo Occidente, abandonó su esencia cristiana. Ahora, cuando la violencia islámica le reta en duelo, no tiene armas con las que defenderse. Simplemente, se trata de un combate de boxeo donde uno de los contrincantes no comparece en el ring. Sin rearme moral, la batalla contra el terrorismo está perdida antes de empezar. La era del terrorismo nació el 11-S, pero se ha confirmado el 11-M. El 11-S, por número de víctimas, aún fue más terrible que el 11-M, pero el 11-S, al menos, no provocó en Estados Unidos la división que el 11-M ha provocado entre los españoles, ni la cobardía que ha generado en todo el hemisferio. Mucho me temo que los terroristas no lo olvidarán.
Y ya de puertas adentro, en Europa, Schröder y Chirac están felices. No por el atentado, que les tiene muy preocupados, sino por el vuelco electoral provocado por el atentado. Han doblegado a España, la nueva España de Zapatero, que se convierte en un país de Segunda División tras renunciar al Tratado de Niza... sin pedir nada a cambio y ya antes de entrar en el Gobierno.
Es más, el canciller Schröder ha tenido la delicadeza teutona de advertir que el acuerdo sobre la futura Constitución Europea, obra de Giscard, el masoncete, podría aprobarse en la próxima reunión de jefes de Estado y de Gobierno de la Unión sin esperar al próximo mes de junio. De esta forma, obligaría a Aznar a mantener su postura de enfrentamiento a Francia y Alemania días antes de abandonar La Moncloa, o bien contradecirse a sí mismo y "tragar" con las tesis de un Gobierno socialista, que aún no se ha constituido.
Zapatero, naturalmente, con tal de que alguien humille a un Aznar que se ha convertido para él en una obsesión, le importa poco lo que el país gane o pierda en la refriega. A fin de cuentas, estamos creando el "Nuevo Orden Mundial".
Eulogio López