El banco de fortunas del Santander acosa a los que no aceptan las pérdidas. A pesar de los desastres de Banif, nadie ha dimitido ni ha sido cesado.
Ante las averías de Banif, el Banco Santander ha ido adoptando soluciones a la medida de todos los bolsillos. Quienes contaban con más dinero habían invertido en productos Madoff. Con los ricos, especialmente si acudieron como particulares, el banco tuvo un trato exquisito. A los pobres, que habían invertido en bonos de bancos austriacos y finlandeses, ni siquiera se les ha reconocido. Entre medias, los medio ricos, que invirtieron en Lehman, recibieron una oferta en la que perdían, pero que la gran mayoría aceptó. Los irreductibles, que Banif calcula en un 5%, amenazaron con acudir a los tribunales. Así que el banco les tentó primero una prórroga y ahora les ofrece un nuevo plazo hasta el 20 de mayo con las mismas condiciones que el resto de los perjudicados. Los directores provinciales acosan a los afectados para convencerles de que es una oferta que no pueden rechazar porque no les van a hacer otra mejor. Al parecer, Botín pretende evitar las demandas porque, una vez que un juez dé la razón a un cliente, el resto se abalanzará sobre el banco para reclamar lo que le corresponde, siempre y cuando no hayan renunciado a ello a cambio de un bono.
Pero ¿qué razones tendrán para no aceptar un bono en lugar de enredarse en una demanda ante los tribunales? En efecto, el bono puede reportar intereses que permitan recuperar en cinco años la inversión o no. Las pérdidas o las ganancias dependen del mercado y, en algunos casos, por ejemplo con un bono Santander-BBVA, acceder a la oferta implicaría perder nada menos que el 50% de la inversión.
Mientras tanto, los asesores de Banif resurgen en los medios para impartir sabiduría. Nadie ha pagado los platos rotos. En su momento se barajaron ideas como cambiar de nombre, vender el banco o buscar una cabeza de turco y hacer dimitir al consejero delegado. Sin embargo, en Banif se encuentran todos los peces gordos del Santander y don Emilio no estaba dispuesto a sacrificar la perla del banco.