Detrás de la medida, se deja ver una intención anti-migratoria

El ejército, al menos en la edad moderna, se hizo para defender a un país de otro, no al individuo débil del individuo fuerte. Para eso se inventaron la policía y los tribunales. Silvio Berlusconi ha lanzado a las calles de las ciudades italianas a los soldados, lo cual no deja de ser una forma de mantenerles activo, pero una forma un poco tonta. Si se quiere que se respete la ley, y luchar contra la delincuencia, el abuso del fuerte –éste aún más importante que aquél- lo que hay que hacer es leyes que impongan disciplina y policías que, respetando los derechos individuales, se sientan apoyados por el Gobierno y por la sociedad.

Por lo demás, contra la delincuencia provocada por la emigración masiva –sí existe- tampoco se lucha con medidas militares. ¿Qué saben los militares de leyes migratorias? Por contra hay que dotar de medios a los policías y jugar con la siguiente ecuación: la migración es buena y las fronteras deben abrirse, al tiempo que se coacciona (del verbo coaccionar) a los inmigrantes a respetar los usos y costumbres del país que les proporciona acogida. No basta con que tengan contrato de trabajo: deben integrarse.

Por lo demás, la coordinación entre militares y policía siempre resulta compleja.