Según Goiri, en Italia se hizo lo que teníamos que hacer, aunque más bien habría que decir lo que nos dejaron hacer. Así, a pesar de que el BBVA obtuvo durante el primer semestre del ejercicio un beneficio bruto de 2.724 millones de euros, un 27% más que en el mismo periodo del año anterior, y de que todos los márgenes han sido espléndidos, el desánimo cunde en el banco, cuyo equipo directivo está trabajando, en ocasiones muy a su pesar, no para mejorar la solvencia de la entidad, sino para que Francisco González pueda mantenerse en la Presidencia. De hecho, tras el fiasco italiano, algunos esperaban que FG presentara la dimisión. No ha sido así, y ningún consejero se atreve a pedirla.
La pregunta es: ¿pasaría algo si FG abandona la Presidencia del BBVA? La respuesta unánime es: No. Y la segunda pregunta: ¿pasaría algo si quien abandonara su cargo fuera José Ignacio Goirigolzarri? La respuesta unánime es sí. Nadie es imprescindible, pero desde luego sería un banco distinto. Y a nadie se le oculta que Goirigolzarri no era un entusiasta de la opción italiana.
Por tanto, el BBVA sigue donde estaba, con una crisis de liderazgo. FG busca una fusión desesperadamente para mantenerse en el sillón, mientras Goirigolzarri continúa ganando dinero al frente de un equipo que FG siempre ha querido remodelar, intento que ha ocasionado las mayores fricciones entre ambos.
Por cierto, los servicios de imagen de FG pregonan la sentencia que le considera inocente en el caso de la venta de FG Valores, una sentencia que de algún modo palia el fracaso italiano. Pero es que el caso FG Valores fue otra de las movidas de la cadena SER, que se metió en un falso avispero. La venta de FG Valores a Merrill Lynch tenía, en efecto, trampa, pero los norteamericanos le exigieron a FG que rectificara y FG rectificó para evitar el escándalo (ya era presidente de Argentaria). Mucho más grave, y aún abierto, es el caso Oil Dorna, creación de FG. Por él fueron condenados directivos de Banesto que no cobraron un duro por sus acciones, incuso perdieron dinero, mientras FG sí cobró, tanto como tasador como en calidad de accionista. De hecho, fue el único accionista al que el nuevo presidente de Banesto, Alfredo Sáenz, pagó tras la intervención del banco. Quien quiera leer el caso Oildor que se repase las Memorias de Rafael Pérez Escolar, condenado por el caso Oildor. Es decir, que se empape de un libro que toda la City financiera madrileña niega haber comprado pero que casi todos han leído.
Lo que pasa es que los odios de Polanco y la SER son, como buenos odios, totalmente irracionales.