Sr. Director:

Actualmente se señala que no existe ningún lugar en el mundo libre del liberalismo económico (y conservadurismo en lo político, la combinación más explosiva de todos los tiempos). Pero, como en todo, hay excepciones. Y esta es Italia. Y la estamos viendo con el caso de BNL (Banca Nazionale del Laboro).

Italia es una piltrafa política. Salvo el periodo de relativa calma y durabilidad del actual primer ministro, il cavaliere Berlusconi, los ejecutivos transalpinos no solían durar, de media, más allá de 6 meses. Obviando el derrumbe de los partidos en la crisis de 1993 denominada tangentópolis, en que la partitocracia o sistema de partidos italiano estaba carcomido desde sus entrañas por sobornos, corrupción y tratos con la mafia. Pero, en cambio, es un milagro económico. Y es miembro del club de los hasta ahora 4 grandes de la UE y miembro del G8. ¿Cómo es posible?

Pues mediante el proteccionismo del sistema bancario italiano, que cual arterias y venas irriga el sistema económico que funciona en Italia, ayudando a mantener ciertas inversiones dentro del país y controlarlas de manos de otros. Y esto el ejecutivo lo sabe. Perfectamente. Por eso el Banco de Italia se opone sistemáticamente a la compra de cualquier pieza del sistema financiero italiano por parte de un no italiano. Aunque sea de la propia Unión Europea, como es el caso del BBVA, banco semi (o ex) vasco.

El intento del BBVA de entrar en el mercado italiano de las finanzas puede ser el principio del fin de Italia. Políticamente, la inestabilidad es su sino. Y si cae una primera pieza, el resto puede caer, y dejar de ser una potencia en lo económico. Puesto que si no es la red que rodea al Banco de Italia la que controla el sistema, será potestad de los inversores el apoyar o rechazar tal o cual préstamo para este o aquél proyecto, con lo que quedará financieramente desguarnecida toda empresa que necesite liquidez, incluso en periodos de crisis y números rojos (como ya se ha dado incluso en la Fiat de los Agnelli).

Italia se juega mucho. Su ser o no ser. Así, cuando surge una crisis como la presente, se unen inversores minoritarios en torno a ligas. Como el contrapacto actual.

Hoy es Italia, pero puede pasarle a cualquiera. Y este puede que sea un análisis muy leve. Superficial podríamos decir. Únicamente Francisco González, líder de los piratas bancarios y su lugarteniente, el corsario Goirigolzarri, saben realmente el porqué de esta incursión sobre las aguas financieras italianas. El de verdad.

Juan Carlos Pérez Álvarez

hanskarlperez@gmail.com