Sr. Director:
Completamente de acuerdo con la exposición del artículo, porque es el ABC de la economía distributiva.
Pero debiendo añadir que ese agravio comparativo se agudiza con la atribución del IVA a las facturas emitidas en las autonomías más exportadoras (como Cataluña) que incrementan la injusticia del cobro a las regiones menos exportadoras (más pobres) con el secuestro del IVA recaudado.Es sabido que el IVA es un impuesto al consumo, que se va repercutiendo en cada fase de la producción, hasta el consumidor final, que paga todos los IVAs repercutidos. De manera que el último consumidor quedaría indirectamente favorecido, si ese impuesto fuera a parar al Gobierno Central. En el caso de Cataluña esto no es así en el nuevo estatuto, que va a aprobarse sin duda (para eso han tomado el PSOE y sus amiguetes judiciales).
Está previsto que el 100% del IVA facturado se quede en las arcas autonómicas, por lo que los que compren productos catalanes estarán contribuyente, con su gasto, a mantener a la autonomía más exportadora. O sea: los pobres ayudando a los ricos. Nueva fórmula de redistribución socialista.
De tal forma que, si Vd. que reside en Andalucía, compra un producto en Francia, Alemania o China, el IVA se lo pagará Vd. a la Junta de Andalucía e irá, finalmente, a beneficiar a su región (a los barrios, que dice el artículo). Si lo compra Vd. en Cataluña, el IVA irá a mejorar los servicios catalanes y a impulsar la propagación y el fomento en el mundo mundial de la Llengua Catalana.
Es prácticamente inevitable que las autonomías más importadoras consideren la necesidad de que el IVA repercutido sea ingresado en las cajas a las que pertenezca el consumidor final.
Alfredo Recio
alfrepil@yahoo.es









