A lo mejor me he perdido algo, pero juraría que está defendiendo, o al menos abriendo, el paso a los mercenarios. Con esa ambigüedad calculada de quien quiere dar el visto bueno a aquello que sabe levantará ampollas entre la gente sensata, el general asegura que el uso de las compañías privadas de seguridad ofrece una imagen bonancible sobre los ejércitos privados.
Mire usted, mi general, un ejército es como la Iglesia, o como la policía, o como la enseñanza. No puede tener ánimo de lucro. Bueno, mejor dicho, puede, pero no debe.
Caramba, una cosa es que hayamos suprimido la conscripción y otra que apostemos por los mercenarios. Puestos a privatizar, se me ocurre que podíamos privatizar los partidos políticos.
¿Y dice usted que son más baratos los mercenarios que los soldados?
Eulogio López
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