Una gran civilización no se conquista desde fuera si no se ha destruido a sí misma desde dentro. (W. Durant)
Con esta cita comienza Apocalypto y, de hecho, es la clave para entenderla.
Este drama épico de Mel Gibson deja claro que Los mayas, la civilización precolombina más avanzada antes de la llegada de los colonizadores, estaba en decadencia porque ellos mismos con su crueldad, con la consideración de que eran seres superiores a otros indígenas y que podían utilizarlos a su antojo, habían cavado su propia fosa.
Gibson termina en esta película de ficción con ese mito tan extendido en Occidente sobre el buen salvaje y con el tan repetido mensaje de Encuentro entre dos mundos. En la Hispanoamérica a la que llegaron los evangelizadores había hombres de buen corazón (el protagonista de la historia y su tribu) pero los que llevaban la voz cantante, en uso de su libertad, se habían convertido en verdaderos dictadores de los demás. Y ahí radica la particular apología de Gibson: en mostrar cómo era ese mundo y la necesidad urgente de un cambio : de un nuevo comienzo.
Así mismo, Mel Gibson, al igual que hizo en
Una historia original ante la que pocos se mostrarán indiferentes, y en la que prima la acción por encima de la palabra.
Para: Los que les guste el cine de calidad y no les asuste la crudeza