El mismo día que los medios de comunicación social hacían públicos los resultados de estudios sobre el nivel educativo de los 40 países más desarrollados, casi todos los de la OCDE, estudios realizados por Pirls y Timss en enseñanza primaria y que son muy similares a los de PISA en secundaria, se montó una bronca monumental en el Parlamento con motivo del debate de la propuesta de Ley, que entre otras cosas, pretende mejorar estos malísimos niveles de la educación española.
Los resultados hechos públicos son: en matemáticas se ocupa el 26 lugar de los 35 analizados, los 9 que están por debajo son, casi todos, países de cultura árabe; en compresión lectora, aún peor, el 28 de 38; y en ciencias el 23 de 35.
Todos muy lejos de la media y todos ellos muestran un rotundo fracaso de nuestro sistema educativo. Estas deficiencias patentes en áreas instrumentales básicas hacen encender las alarmas sobre la lacra y el abandono escolar. Pienso que resulta insostenible continuar con el actual fracaso y con la indefinición de los modelos pedagógicos.
Que con estos datos, especialmente en Cataluña, se pida la dimisión del ministro por proponer una mejora y continuar con la actual Ley alentando a la insumisión en caso de que se apruebe otra cosa, ya me perdonarán, pero como profesor con 40 años de dedicación a la enseñanza secundaria, les digo que hay para echarse a llorar.
¿De qué ha servido el esfuerzo de todos estos años? Es una pena que se esté dispuesto a todo por una inmersión y no por una gran renovación.
Jesús Domingo Martínez