El paro ya roza la cifra récord de los seis millones de personas; en febrero ha vuelto a subir.
Obviamente, detrás de los fríos números estadísticos están las personas que sufren en sus carnes los efectos devastadores de la crisis y que, en este caso, nos muestran que el pasado año los hogares con todos sus miembros en paro subieron hasta 1.833.700.
Frente a estos datos no hay que olvidar la existencia de otras realidades que, en buena medida, quitan dramatismo a las estadísticas del paro.
Por un lado está la llamada economía sumergida que, según las estimaciones de los inspectores de Hacienda, produce un 25 por ciento del Producto Interior Bruto. Por otro están los signos de confianza en España que muestran los mercados, traducidos en nuevas inversiones extranjeras de las que hablaba el rey don Juan Carlos.
Pero pienso, es evidente, que mientras no empiece a recuperarse el empleo, ningún paliativo generará la esperanza que la sociedad necesita con urgencia.
Domingo Martínez Madrid