Para algunos prejuiciosos, Alexia es la respuesta del Opus Dei, a la película Camino de Javier Fesser, a pesar de que su director, Pedro Delgado Cavilla, lo ha negado por activa y por pasiva. Lo que sí es cierto, es que este documental retrata de forma fiel la vida corta pero fructífera de Alexia González-Barros, el personaje que Fesser deformó en su polémica película.

Narrada en primera persona por la propia Alexia y por su ángel de la guarda, Hugo,  este documental  reconstruye  la vida de Alexia González-Barros, una adolescente que está en proceso de beatificación desde el año 1993, debido a la fe y alegría con que supo afrontar una cruel enfermedad que acabó con su vida a los 14 años de edad, en el año 1985. Como hablamos de un documental, el filme, además de contar con abundante material fílmico y fotográfico familiar, incluye testimonios de personas cercanas a Alexia como parientes, amigas, profesoras, personal sanitario y sacerdotes que la conocieron y que corroboran  que se puede vivir una existencia plena y trascendente dando sentido a la cotidianidad de nuestros actos.

Ante el reto de Alexia, los guionistas, entre los que aparece el propio director, se encontraron con un hándicap importante: el hecho palpable de una existencia tan corta condicionaba el número de testimonios de personas que conocieron a la adolescente madrileña. A esto se añadía, además, que era complicado encontrar el tono que debían dar al documental. Al final se optó por una narración en primera persona que, si bien cae en ciertos momentos en lo almibarado (al estar narrada por una niña), esta dificultad se supera gracias al ágil montaje del trabajo (en el que colabora de forma sustancial el humor de los dibujos incluidos, obra del propio Pedro Delgado), así como a momentos decisivos y, de gran dramatismo, que vivió en el lecho del dolor la pequeña Alexia. Esos instantes  fueron aquellos en los que la adolescente, ya muy enferma, apreció claramente la presencia de un ser demoniaco que rondaba alrededor de su cama del hospital, situación perfectamente creíble que explica en el documental  el exorcista José Antonio Fortea.

Por ello, a pesar de los modestos medios materiales con los que contó la producción, Alexia se ve con agrado y cumple con su objetivo fundamental: desde el primer comentario de la protagonista-narradora, el espectador se siente predispuesto a conocer a la familia González Barros y a la verdadera Alexia, esa chica llena de fe y alegría que, ni de lejos, supo mostrar Fesser en su irrespetuosa Camino.

Para: Los que quieran ver un documental de contenido trascendente, narrado de forma amena y comprensible