Con argumento invertido: un juez considera que una ley federal aquí diríamos nacional, con perdón del Estatut- no puede atentar contra una ley estatal, aquí diríamos autonómica, y que, por tanto, pues mire usted, que un matrimonio no tiene porque ser un voto entre un hombre y una mujer.
Y esto es bello e instructivo porque, de esta forma, espero, habrá un segundo juez que dictamine que una ley estatal no puede atentar contra una ley federal y que, por tanto, quedan anulados los homomonios en Iowa, Massachusett, Connecticut, Vermont, Maine, etc. Y todo esto será muy divertido porque, como es sabido, lo que importa no es ser razonable sino tener razón y, ya de paso, aplastar al contrario. La cuestión en sí misma, el gaymonio, como que no le importa a nadie, especialmente a los gays.
Estamos al final de la era abortera mientras la era invertida de la brown revolution no durará tanto. Sí, ya se que la matanza de inocentes y la degeneración homo (la homosexualidad no es una enfermedad, es una inmoralidad) parecen imparables Precisamente, por eso se encuentran, ya que se acercan al óbito. Lo mismo ocurrió con el comunismo: a media que se aproximaba su final parecía más invencible. En la sociedad de la información ocurre lo contrario que en las contiende bélica: puedes prever si un ejército va a ser derrotado, pero en la sociedad de la información quien más grita es derrotado. El lobby feminista y el lobby gay hacen un ruido ensordecedor y cada día que pasa es más poderosos y más prisionero de sus propias contradicciones.
¿Significa esto que desaparecerá el aborto? No, pero dejará de ser considerado un derecho. ¿Significa eso que desaparecerá la homosexualidad? No, pero desaparecerá el orgullo gay.
Ambos, aborto y homosexualidad, apuntan a la desaparición de la raza humana. Y créanme, eso puede resultar extraordinariamente molesto, sobre todo para todos los que creemos que la vida merece la pena. Que es una verdadera gozada.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com