• Y el juguete puede ser cualquier cosa menos un espejo narcisista.
  • La muñeca Mariquita fue un éxito porque era una fantasía, no una fotografía.
  • El chaval imita para jugar, no reproduce para vivir… lo mismo que ve todos los días.
  • El juego pertenece al mundo de las hadas, mucho más interesante que el aburrido mundo real.
  • Y el juguete real resulta tenebroso, maléfico.

Los creadores de Mariquita han producido una muñeca 3D a la que se le puede añadir cualquier cara, incluida la de la niña propietaria. Pues muy mal. Es un avance tecnológico y un retroceso del sentido común. En primer lugar, imita pero se aliena: no cambian su personalidad por la de un objeto inanimado. Y lo que es más importante, tampoco el juguete gusta a los niños y niñas porque no son reales. El juguete pertenece al mundo de las hadas, que, como todo el mundo sabe, es mucho más hermoso que el mundo real. Es más, todo juguete real es maléfico. El juguete debe imitar a la realidad pero no reproducirla ni sustituirla. Mariquita no tenía nada de real. Por eso fue un éxito. A lo mejor las niñas de hoy tienen otras fantasías, pero, por favor, que se queden en eso, que sean  fantasías, no fotografías. Y el juguete puede ser cualquier cosa menos un espejo narcisista. Eulogio López eulogio@hispanidad.com